WCwuando empezaban a dejarse sentir los primeros efectos de una vuelta a la moderación, después de las manifestaciones de musulmanes contra las viñetas de Mahoma, estamos a las puertas de una nueva escalada en la tensión a causa del terrible vídeo en el que ocho soldados británicos se ensañan con unos pocos manifestantes ya neutralizados.

La visión de golpes, patadas e insultos y el sonido de fondo de los gritos de dolor son repugnantes. Pero lo más estremecedor es escuchar cómo el oficial o suboficial que filma anima a los soldados y profiere exclamaciones de inequívoca excitación. Un sádico, sin duda, pero que representa a la coalición internacional en Irak.

Las reacciones de iraquís ante tales desmanes han puesto en evidencia el resentimiento con los occidentales. La respuesta del Gobierno de Blair ha sido previsible y se anuncian sanciones indefinidas en plazos indeterminados. Tras la crisis de las viñetas, que ha puesto en solfa la respuesta de Europa, ante este episodio sólo cabe cruzar los dedos y esperar que no acabe en otro estallido de cólera. La posguerra iraquí se recordará como la peor expresión de exportación armada de la democracia de este inicio de siglo.