TStegún la Encuesta de Presupuestos Familiares de 2012, el gasto anual medio por hogar fue un 3,4% menor que en 2011. Las mayores disminuciones del gasto correspondieron a la compra de vehículos, artículos de vestir y vacaciones todo incluido, y los gastos que más aumentaron fueron los servicios de transporte y electricidad, gas y otros combustible (sin duda por el incremento de precios, tendencia vigente que provocará más incrementos en 2013 respecto al 2012).

En un contexto de recortes, paro y escasez, las familias reajustamos el gasto familiar, priorizamos consumos y gastos en servicios de primera necesidad y obviamos otros consumos aprendidos en años de progreso; pero lo que no es de recibo es la tendencia alcista de los precios de estos bienes y servicios básicos, lo que hace aumentar el coste de la vida del ciudadano de a pie hasta forzar situaciones de precariedad y penuria en muchas familias, mientras que los vendedores y suministradores de los mismos siguen gozando de niveles de vida privilegiados comparativamente.

Todos asumimos también que los presupuestos restrictivos obliguen a priorizar los gastos públicos, a reducir los sueldos de los empleados públicos, a racionalizar las estructuras de las administraciones, pero lo que no podría ser aceptado es que estos ajustes fueran arbitrarios o parciales, que la mayor parte de los recortes y sacrificios se soportaran por una parte de la sociedad, manteniendo la otra sus condiciones de vida en un alarde de escasa sensibilidad social.

Un ejemplo, solo uno, de estas situaciones antagónicas del día a día: El Real Decreto 609/2013, del pasado 2 de agosto, del Ministerio de Educación, fija los umbrales de renta y patrimonio familiar y las cuantías de las becas para el próximo curso. Pueden quedar fuera de la universidad entre 100.000 y 80.000 alumnos.

Mientras tanto, el BOE del día siguiente, el Congreso de los Diputados abría el procedimiento de adjudicación del arrendamiento de 25 nuevos vehículos por 2,17 millones de euros, más IVA. No es la primera vez que los gastos del Congreso saltan a conocimiento público, como los Gastos de aprendizaje de idiomas (55.850 euros), reparación y compra de iPads (100.000 euros), limpieza, conservación y restauración de las alfombras (184.160 euros en ambas cámaras), o los 558.900 euros que cuesta el aparcamiento de sus señorías en el aeropuerto, y que fueron definidos en su día como "pequeñeces" por el Presidente del Congreso.

Seguro que los miles de ciudadanos extremeños que para subsistir deban solicitar la prestación de 400-650 euros de la reciente y bienvenida Renta Básica Extremeña de Inserción no coinciden con el concepto de "pequeñez" del congresista presidente y percibirán estos gastos mas bien como costumbres insolidarias.