Escritor
Fraga ha hablado con lágrimas en los ojos. Todo hace pensar, según me cuenta mi niñera, que ha venido a verme, que Dios lo ha castigado:
--Sí, Manolito, Dios se ha cansado de Fraga. Han sido muchos años y pensaba seguir, que Dios lo ha castigado. Y le ha mandado un castigo muy grande.
--Ya, Francisca, pero de rechazo nos lo ha enviado a todos.
--Es lo que tienen los castigos. Recuerda cuando te castigaban de pequeño que me castigaban a mí también, y lo que no habré yo llorado por ti.
Tiene, pese a sus noventa años, un melonar que ya le gustaría a muchas jovencitas. Excuso decirles cuando tenía diecisiete años, que encima de los melones se quedaba dormido el mendas. Qué fuerza la de aquella mujer, casi como la de Fraga, a la que ella le tenía mucha fe, cuando se enteró que don Manuel se preocupaba en la facultad por mí y el bacilo de Koch, que por poco me destruye íntegra la columna vertebral:
--Y te has enterado lo que ha declarado.
--Sí, que espera y le pide a Dios no dejar en herencia una derrota electoral. Está chocho, perdónaselo, Manolito... Recuerda cuando se preocupaba de tu tuberculosis...
--Y cómo ves el panorama, guapísima...
--Ay, calla, calla. Qué vergüenza me están haciendo pasar con todo lo que están haciendo hijo mío, que se les ve el plumero... Y no te cuento lo de ir Aznar el último de la lista en Bilbao... Me recuerdan a los percebes y cómo se agarran a las piedras. Tú sabes que los socialistas no son de los míos. Pero se marcharon y se fueron al paro, en silencio; pero éstos son como los percebes.
Francisca me mira a los ojos y seca dos lágrimas:
--Hay que ver lo guapo que estás...
--Venga, Francisca. Tú sí que estás buenísima todavía con casi noventa años. Por cierto, que he leído una noticia que me ha hecho llorar, Francisca. Lorenzo Ramos, el secretario general de UPA-UCE, tenía un puesto de flores en Mérida. Pues llegó Acedo, que lo quiere todo para él, hasta emisoras, y se lo quitó.
--Son unos canallas. Y los de la toga ni te cuento.
Y Francisca me pegó dos besos que por poco me quedo sin respiración.