Venderse por un plato de lentejas». Para aquel que la desconozca, hace referencia a un pasaje bíblico. Nacieron dos gemelos, uno trabajador y otro más bien lo contrario, Jacob y Esaú. Esaú fue nombrado primogénito, hombre trabajador y responsable, y Jacob, que nació agarrado a la pierna de Esaú, con el más mínimo esfuerzo. Dice la parábola, que Esaú llegó exhausto y hambriento después de una dura jornada de trabajo, mientras su hermano Jacob cocinaba tranquilamente un guiso de lentejas. Al pedirle un plato para no desfallecer, Jacob, al ver la necesidad imperiosa en Esaú, le pidió a cambio la primogenitura. Esaú pensó que de poco le valdría si fallecía de hambre, por lo que accedió a vender todos sus derechos «por un plato de lentejas». De ahí la expresión.

La moraleja no crean es tan sencilla de consensuar. Por un lado, habla de los que malvenden a cambio de nada una riqueza por necesidad; por otro lado, del oportunista que abusa cuando la necesidad acecha incluso siendo su hermano. Al fin y al cabo versa de lo injusta que es la necesidad y de quienes se aprovechan de ella.

Aunque no lo crean, casi todos somos un poco Esaú, y pocos, solo unos pocos Jacob. A los funcionarios se nos subirá el sueldo un 0,25% adicional, gracias a un acuerdo alcanzado con el gobierno y tres centrales sindicales. Bravo, dirán algunos, Esaú ya tiene lentejas.

Recuerdo el momento. Ante unas elecciones generales, entonces el gobierno era del PP, y sindicales, entonces eran los de antes y los de ahora, la necesidad de unos y de otros confluyeron en una solución divina… lentejas para todos. Ni que decir tiene que aunque sea un plato de lentejas, cuando hay hambre, son bienvenidas y Jacob lo sabe. Sin embargo, me cuesta creer que tanto unos, que prometieron devolver a los funcionarios lo arrebatado durante años, y otros, que prometieron luchar hasta su devolución, pretendan vendernos como caviar iraní unas pocas legumbres. En el caso de los docentes, hemos perdido acumulado más de 20 puntos sin contar la diferencia con el IPC, sin homologación salarial y con una diferencia de hasta 6.000 euros anuales entre comunidades. Los presupuestos generales llevan prorrogados desde entonces. Si Pablo consigue que Pedro coma lentejas, tendremos nuevos presupuestos seguro; en caso contrario, habrá que esperar, pero ya es hora que todos los Esaú exijamos que las lentejas se las coman los cocineros.