La dimisión, ayer tarde, del presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe, pone punto final a una crisis que ha durado más de tres semanas y que ha erosionado en los ambientes financieros internacionales la credibilidad de España como país poco respetuoso con las reglas del mercado. Conthe, un hombre de sólida formación técnica pero políticamente poco correcto, planteó un pulso al Gobierno de Rodríguez Zapatero al anunciar su dimisión y añadir que esta solamente sería efectiva tras su comparecencia ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados. El problema era que al Congreso, sede de la soberanía nacional, no se presenta uno por propia iniciativa, aunque se sea presidente de un importante órgano regulador, como es el caso.

Pero tampoco podía continuar en ese puestoquien claramente había puesto en un compromiso al vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, que fue quien impulsó a Conthe a ese cargo.

Además, en el anuncio de dimisión iba implícita una clara discrepancia con la resolución de la batalla por Endesa, la operación económica más importante que ha tenido que afrontar en esta legislatura Rodríguez Zapatero como presidente.

Por eso Conthe acudió ayer al Congreso de losDiputados --teóricamente para presentar la memoria anual de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, todo un eufemismo-- y reveló las razones de su anunciada dimisión. Como era de esperar, el presidente del órgano regulador expuso que se sintió desautorizado cuando vio que no podía sancionar a la alianza de la compañía italiana Enel y la española Acciona, las dos empresas que se lanzaron al abordaje de Endesa cuando estaba en pleno despliegue la opa de la sociedad alemana E.ON.

Aunque su lenguaje durante la comparecencia en el Congreso fue algo difuso, está claro que Manuel Conthe denunciaba presiones gubernamentales para sacar adelante esa operación en perjuicio de la opción alemana, por la que muchos apostaban desde un principio.

Es más, reservó sus dardos para el vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas, por estar casado con la ministra de Educación, Mercedes Cabrera; para la directora general del Tesoro, Soledad Núñez, y para la oficina económica de la Moncloa. Conthe quiso, legítimamente, salvar su actuación como árbitro en la CNMV. El problema es que lo hizo demala manera, fuera de tiempo y además con demasiadas insinuaciones.

Toca ahora que el Gobierno proponga un nuevo presidente de la CNMV que devuelva la credibilidad a un órgano clave para que la economía funcione. Y toca que se den todas las explicaciones sobre los apoyos desde el poder a la opción de Enel y Acciona.