La tercera ley de Newton, físico inglés del siglo XVII, que más o menos dice que «a cada acción siempre se opone una reacción igual pero en sentido opuesto», está hoy superada y desbordada. La política que impera hoy en nuestro país y especialmente en Cataluña ha sobrepasado con creces esta máxima de Newton. Corresponder a una acción con otra de la misma intensidad ya no se lleva. Si no correspondes con una más ofensiva, no eres nadie. Y llevamos así ya mucho tiempo, pero en lo que va de verano las diferencias se han ido incrementando con velocidad de vértigo. Lo triste y preocupante es que los que han azuzado el desborde sean unos señores pagados y bien pagados entre todos, que en vez de trabajar para la paz, concordia y bienestar de los ciudadanos, se dediquen, a Parlamento cerrado, a inflamar los ánimos de una parte de la población contra la otra. Ya hemos entrado en la fase de la agresión física. Rota, quebrada y descompuesta está la sociedad, y si no aparece casualmente una pócima o bomba conciliadora de la paz, mal fario se nos presenta. Y digo casualmente porque no veo a ningún mandatario de los que nos maneja que sea capaz de apaciguarnos de forma expresa. Así no sea.