TCtuando pintan bastos en un cualquier colectivo --empresa, club de fútbol, Gobierno, da igual- siempre se recurre a la misma solución: hay que mejorar la imagen. Y eso lo intenta hacer el Real Madrid echando a Luxemburgo y lo propone ZP --o quien sea-- multiplicando las comparecencias públicas de los ministros. Pues es una estrategia, claro; pero sin entrar en disquisiciones filosóficas sobre la imagen que nos llevarían hasta los clásicos, tal vez lo que necesita este Gobierno es menos Prozac --que hace que el mundo parezca sonreír, y no-- y menos Platón .

Al parecer lo que intenta la campaña es centrar la atención del ciudadano en los logros del Gobierno y la pregunta inmediata es ¿qué logros exactamente? Pasemos lista: la subida de las pensiones es algo que vienen haciendo todos los gobiernos y como resulta que son tan aparatosamente bajas, yo ni tocaría el tema. La regularización ejemplar de los inmigrantes es algo delicado que muy probablemente vaya a tener un efecto boomerang al menos en la economía y el paro. La lucha antiterrorista mejor no menearla porque no creo yo que el ciudadano vea como un logro que el mismo día que el presidente reafirma su esperanza de en la desaparición de ETA, la banda ponga seis bombas y comunique que está harta de que los demás hablen de una tregua que no va a existir. Seguimos.

Si sacan la LOE como un triunfo, media España se va a cabrear y si hablan de las buenas relaciones con la CCAA, al personal le viene la imagen de los jóvenes de Esquerra invitando a arrancar páginas de la Constitución. Pueden hablar de vivienda, claro, pero ¿de cuál?, ¿de la solución habitacional famosa?, ¿de las vacías que se iban a expropiar a sus dueños pero luego resultó que no? No veo yo el tema muy claro como para ofrecerlo en plan conquista.

También van a decir --creo-- que España ha ganado peso en el Unión Europea, y lo van a decir justo cuando vamos a perder millones de euros en el reparto comunitario. Si yo fuera presidente --Florentino o ZP-- primero me miraría hacia mis adentros y a mi alrededor y luego me replantearía muy seriamente si lo que tengo que cambiar es la imagen o mi propia forma de actuar. No lo van a creer, ya lo sé, pero incluso un presidente puede equivocarse, y entonces no se trata de cambiar la imagen o el entrenador sino el producto que se ofrece.

*Periodista