Andan amiguísimos Rajoy y González, animando al buen rollito y a coaliciones que salven al país por sentido de estado, y recuerda don Mariano que él, ya antes de negarse a una investidura propia, rechazar la de Sánchez y someterse luego al calvario de una nueva y agónica, un breve gobierno amenazado todo por el no es no y una moción de censura frankensteniana, ya solicitaba una gran coalición con PSOE y Ciudadanos, e ironiza sobre el éxito conocido por todos. González, por su parte, se atreve también a pedir un gobierno estable aunque signifique coaliciones incómodas, pero no aclara si Sanchez tiene que darle el abrazo al hiperactivo líder centro derecha al que llaman veleta naranja, al de la izquierda extrema con el que le desune un largo historial de calabazas mutuas o al joven dirigente del PP, que hace poco le motejó de felón y hoy se muestra centrado y dialogante.

Los españoles aguardamos, mientras, que pase este mes de octubre que algunos auguran caliente y andamos entre resignados o reticentes a votar en noviembre. Mientras, una no percibe para nada que dure la guerra y sí, en cambio, un deseo entre la juventud con la que convive a diario, de paz, tranquilidad, diversión y seguridad en el futuro y en la ciudadanía madura a la que trata, de estabilidad, cierre de heridas artificialmente abiertas y solución de problemas reales como el futuro de las pensiones, el paro, la prevención de la crisis que viene y la liberación de tensiones inventadas que para nada se concilian con la vida cotidiana real.

Hubo un tiempo en que ese González hoy tan cariñoso se reía de la dicción de Rajoy y de que Aznar se tiraba a la Botella y un tiempo en que Rajoy llamaba tonto solemne a Zapatero. Todas esas lindezas se las llevó el viento. Como se llevará las que se prodiguen ahora. Lo que exigimos “los hunos y los hotros”, más unidos ahora de lo que Unamuno, tan de moda en estos momentos gracias a Amenábar, nunca soñó, es que los políticos dejen de bregar solo por su ambición personal y se pongan a trabajar de una vez para solucionar los problemas reales.

*Profesora