En la relación de nuestras evocaciones de las vidas y milagros de aquellos ilustres profesores que pasaron por las aulas del viejo Instituto General y Técnico de Cáceres, sembrando instrucción y ciencia entre sus alumnos y buenos recuerdos --incluso cariñosos-- entre los que los conocieron personalmente, vamos a empezar quizá por el más olvidado; pero no por ello de menores méritos. El surco que dejó don Angel Rubio fue notable, profundo y aún es visible en los trabajos y mapas que publicó sobre los descubrimientos y conquistas extremeñas en el Nuevo Mundo.

Catedrático de Geografía e Historia en el Instituto de Cáceres --desde 1927 hasta 1936-- fue una de las figuras más destacadas del Claustro por sus trabajos de investigación y por su relieve político, que le costaría el exilio después de la Guerra Civil. Nació en Córdoba, en 1901 y murió en Panamá en 1962. Ganó la plaza de Catedrático por oposición, siendo destinado a Teruel, pero inmediatamente la conmutó por la de Cáceres, a la que se incorporó el 18 de agosto de 1927.

En 1931 se presentó a la primeras elecciones generales de la II República, junto con Antonio Canales y su hermano Juan en las listas del PSOE; siendo Diputado Nacional, por Cáceres en aquella legislatura. Fue sustituido en las clases del Instituto por don Miguel Angel Orti Belmonte , también cordobés como él, que estaba destinado en la Escuela Normal de Magisterio; a quien también deberemos, en justicia, rendir un merecido recuerdo y homenaje en esta misma sección.

En su juventud estudiantil publicaría en Sevilla una obrita titulada "Retacillos Literarios" (1919), pero su obra principal como investigador la iniciaría en 1924 al ganar un importante premio de 1.000 dólares convocado por el Casino Hispano-Cubano de San Luis de Oriente, con una investigación realizada conjuntamente con Antonio Ibot y León, --que también fue Catedrático en Cáceres,-- titulada: "La Conquista Espiritual de América", que desvelaba la expansión espiritual y religiosa llevada a cabo por España en el Nuevo Mundo.

Poco después daría a la imprenta un extenso trabajo sobre: "El Archipiélago de Filipinas en 1765. Documentos para su estudio", que sería publicado en Sevilla. En 1929 fue elegido Académico correspondiente de la Real de la Historia por la provincia de Cáceres e igualmente sería miembro de la Academia Hispano-Americana de Cádiz y Secretario del "Ateneo Cacereño", donde pronunció numerosas conferencias sobre los mismos temas de su investigación.

En este mismo año publicaría en Sevilla un nuevo libro: "Extremadura en América. (Rutas de los conquistadores extremeños. La toponimia extremeña en Indias)" (1929) lo que le dio méritos para ser nombrado delegado oficial de Extremadura en la Exposición Iberoamericana" de Sevilla de 1930.

Con el fin de ilustrar el pabellón extremeño en aquella muestra realizó, en gran formato, cuatro mapas murales de los siguientes temas: "Extremadura en América"; "Extremadura en el Anahuac"; "Extremadura en Filipinas" y "Los extremeños en las Indias" (Siglo XVI). Estos trabajos y su presentación merecieron la "Medalla de Oro" de la Exposición para el pabellón regional.

En 1936 pasó a ser Catedrático de Historia de la Universidad de Barcelona, pero los avatares de la Guerra Civil impidieron su permanencia en aquella ciudad, y en 1939 hubo de exilarse en Panamá. Allí fue profesor de Geografía e Historia en el Instituto Nacional durante el curso 1937-38, pasando a la Universidad Nacional como Catedrático de Geografía, durante varias décadas.

En 1962, cuando murió en aquella República hispana a la que tantos afanes había dedicado, recibiría los más altos honores académicos y universitarios en aquel país. Siendo, por el contrario, prácticamente olvidado en su propia patria.