TVtiendo los programas veraniegos de televisión, está claro que la obligación de todo ciudadano durante este tiempo tórrido es convertirse en imbécil. Los que ya lo son no tienen problemas, pero a los demás nos cuesta un trabajo arduo aceptar que el ser humano pueda llegar al extremo de la abolición total de la inteligencia. Y lo peor es que cada año que pasa el empeño de los programadores televisivos por lograr la imbecilización masiva de la audiencia es mayor. Si uno se sienta frente al aparato sin tomar las debidas precauciones, lo más probable es que se sorprenda a sí mismo al cabo de unos minutos con un hilillo de baba cayéndole por el mentón. Por eso yo sugiero que a los programadores televisivos, máximos responsables de que esto ocurra, se les confine durante un año, a modo de penitencia en el monasterio de Silos, en Yuste o bien en el del Parral de Segovia, con el fin de que se reciclen, ya que visto lo visto, son sujetos sin ningún tipo de escrúpulos y lo único que les importa es la audiencia al precio que sea, para ellos todo vale, por eso no dudan en reemplazar la creatividad por la propaganda, fomentando los culebrones o cualquier otra actividad por perversa que sea, por el mero hecho de tener éxito, consiguiendo con ello que personajillos del buen vivir, esos que lo justifican todo con el manido latiguillo: mientras me paguen por ello yo encantado, o encantada, cobren un dineral por airear sus miserias y alcance una fama desorbitada y todas luces injustificada

La población se está acostumbrando peligrosamente a que le llamen idiota y va a llegar un día en que no podrá vivir si no se lo llaman. Le están convenciendo de que la única manera de conmemorar el estío, consiste en dejarse hechizar por el infinito talento para la majadería que despliega la señorita Belén Esteban , el Kiko , Raquel Boyo o la sin par Karmele Marchante .

Y lo cierto es que no recuerdo ningún código que haya implantado la obligación de ser tonto de remate cuando sube la temperatura.

Además, está el peligro adicional de que llegue el otoño y la imbecilidad adquirida en el verano sea ya irreversible, y por si fuera poco, el señor Jorge Javier Vázquez o su colega Jaime Cantizano recurrirán a un variopinto contenedor de especiales que rebuscarán ente las imágenes más horteras, para deleite del personal domesticado. Solo imaginármelo hace que un escalofrío recorra mi espalda.

Una legión de bobos deambulando por ahí, creyendo que el programa la Noria es genial o Sálvame es superior y que Belén Esteban es un modelo para empresarios postmodernos. Todo junto, puede ser más devastador que aquel ejército americano, invasor de Irak en la guerra del Golfo al mando del general Norman Schwarzkopf .

Al que, por cierto, supongo que le encantarían estos programas estupefacientes, capaces de derrotar al enemigo con mucha mayor eficacia que las bombas. Sobre todo si las bombas son inteligentes.