WEwl pasado viernes, la Asamblea de Extremadura aprobó una proposición del Partido Popular, a la que se sumó el PSOE, para pedir al Gobierno que reformara la ley electoral y limitara el acceso al Congreso de los Diputados a aquellos partidos que obtuvieran un mínimo del 5% en el conjunto nacional. Esta medida se dirigiría a dificultar la presencia de partidos nacionalistas en la Cámara Baja. Pues bien, ayer el secretario de Comunicación del PP, Tomás Martín Tamayo , desveló que esa propuesta es una "estupidez" y que cuando lo aprobado en el Parlamento regional le llegue al Gobierno causará una "carcajada" a sus miembros. Era una propuesta del PP, pero con la que estaba en desacuerdo el PP. ¿Por qué la propuso, entonces? Para poner en evidencia al presidente de la Junta ante su partido, ha dicho Tamayo. Era una propuesta-trampa. Los populares han defendido este proceder porque están convencidos de que con ello desenmascararán a Rodríguez Ibarra , quien estaría utilizando esa idea para acaparar titulares sin intención de hacerla llegar a ningún órgano que pudiera decidir sobre la misma. No se sabe si conseguirán o no su objetivo, pero lo que sí ya es un hecho es que pocas veces como ésta se ha puesto de manifiesto una estrategia política tan contraria al respeto a la representatividad de los ciudadanos que ese partido ostenta. Un régimen parlamentario y de libertades tiene suficientes mecanismos para destacar la incongruencia del oponente político sin necesidad de arruinar el crédito propio, como significa proponer una idea en la que no se cree. A partir de ahora, los ciudadanos tendrán derecho a dudar de si las iniciativas del PP en la Asamblea son presentadas porque cree en ellas o por otras razones. Una duda que puede ser una tumba.