TLtas sociedades del consumo y de la comunicación se entrecruzan en un campo llamado publicidad en el que florecen desde interesantes piezas de creación hasta abominables bodrios, desde mensajes agresivos hasta intrigantes historias contadas en fascículos de 20 segundos. Cualquier producto puede ser vendido para que los ciudadanos vayan a los supermercados (o a las urnas), pero las últimas semanas hemos podido apreciar en Extremadura uno de esos ejemplos de cómo una campaña puede conseguir el resultado opuesto al esperado.

Ahora ya es lo de menos si se trató de un mal entendido o si existía relación entre el consejero y la agencia publicitaria porque lo más asombroso es que alguien considere como una idea transgresora y ocurrente el intentar atraer turistas mediante el insulto a quien no nos conoce. Por si esto fuera poco, la campaña surge la misma semana que el presidente extremeño se explaya sin pelos en la lengua con el gobierno de su propio partido. El insulto descalifica siempre a quien lo lanza y sería muy triste que fuera de esta tierra empezásemos a ganar fama por tener un carácter faltón: No sería ni justo, ni cierto.

*Profesor y activista de los

Derechos Humanos