Ministra extremeña. En varias ocasiones escribí de la conveniencia de que Extremadura tuviera presencia en el ejecutivo español, cuestión que se reflejaría, seguro, en las "atenciones" que desde el Gobierno se distribuyen. Una cosa son las leyes generales y otra las políticas del día a día que, con vergonzosa prioridad, han atendido inversiones de Cataluña y País Vasco, reconversiones industriales de astilleros en las costas y Sagunto, la potenciación de regiones industriales con favores millonarios a multinacionales, etcétera. A la voz fuerte y solitaria del presidente Rodríguez Ibarra, había que sumar otras voces y en otros foros para llamar la atención del Gobierno de Madrid hacia Extremadura. Y hay que insistir pregonando la insolidaridad, de pensamiento y obra, cometida con la Extremadura agropecuaria, desde otras regiones y el propio Estado, que nos han mirado siempre desde los injustos tópicos de la siesta y la vagancia.

Ministra extremeña en Madrid. Alguien tiene que decir en la mesa del Consejo de Ministros, María Antonia, que se insulta a Extremadura cuando desde las arcas del Estado salen pensiones de 400.000 pesetas mensuales hacia personas válidas, muchas con menos de 50 años, por el hecho de haber trabajado en astilleros, minas, hornos, etcétera, mientras se niega a un trabajador del campo extremeño ayudas veinte veces más pequeñas y pensar, encima, que somos unos vagos.

El PP no es el PSOE. Decía yo esto en vísperas electorales para denunciar esa frase hecha que tanto manejaban los que no querían influir a la hora de votar: "Yo sigo con los mismos, total, son todos iguales. Para qué vamos a cambiar el voto". Afortunadamente, el boca a boca les reventó en la ídem. Quienes pensamos que no es lo mismo PP que PSOE, sabemos que algo va a cambiar y que a Extremadura le vendrá bien.

*Periodista