Por si no tienen bastante excusa los homínidos masculinos, ahora han encontrado otro aliado: el nuevo gen 334 que han descubierto unos científicos suecos y estadounidenses después de varios años de investigación.

Parece que dos de cada cinco hombres lo tienen y es el causante de que sean infieles. Hasta la ciencia se ha aliado con el sexo fuerte para echarles un capote en eso de las infidelidades.

Resulta que no son los culpables, no, que por ellos cumplirían la promesa que le hicieran a su santa en el altar de serle fiel; pero claro, está ese maldito gen que, como el demonio, los incita a la tentación. Y ellos, claro, delinquen en brazos de otra, no porque no quieran a su santa esposa, o novia o pareja de hecho, sino por culpa del promiscuo 334 que no los deja vivir con sosiego.

También existe en algunas mujeres, aunque apenas está presente entre el sexo femenino, parece que es más bien raro, por eso se dan menos los escarceos extraconyugales.

Antes se decía: "Los hombres son hombres" o "El hombre piensa con la entrepierna", para exculparlos por sus deslices y promiscuidad. Ahora hay que compadecerlos pues resulta que los pobrecitos no tienen la culpa, palabrita de científico sueco.

Pero yo me pregunto: ¿ese gen es discriminatorio y selectivo y los incita a buscar carne fresca y diferente? Porque una cosa es saciarlos, que muchas santas esposas estarían dispuestas a hacer un sacrificio y dejar a un lado sus frecuentes jaquecas nocturnas, y otra cosa es que tenga que ser un picaflor, pero en diferente jardín.

Ya lo saben las casadas. Imagino la siguiente viñeta de cómic: El marido pendón llega a casa a las tantas de la madrugada, ella lo espera levantada, tras la puerta, con el rodillo en la mano (instrumento propio del ama de casa, de profesión, sus labores). Cuando él la ve, antes de que le haga ver las estrellas (sería en la siguiente viñeta), le sujeta el brazo y le dice con cara angelical: "Querida, la culpa no es mía, es del maldito gen que porto".