El martes en el El País leía una entrevista a Ángel Gabilondo, en una de sus respuestas decía: (refiéndose a la política del ruido) «Muchos están hartos de ese ruido. Si no lo supiera, me sentiría un exótico extraterrestre. Esos espacios de calma contrarrestan la prisa, la ansiedad, que son los otros nombres del miedo. Políticamente, eso tiene que ver con la incapacidad de afrontar reformas de calado. Mucha actividad pero poca acción. Pequeños movimientos y escasa transformación. El cambio profundo exige demora. Confundimos las ocurrencias con el pensamiento».

Esta reflexión que me pareció veraz y responsable, al escuchar a Guillermo Fernández Vara en Miajadas el miércoles, me vino de nuevo a mente, él dijo: «La política no consiste en un selfie o un tuit, consiste en dejarse el pellejo para construir una de las mejores sanidades de España y que los hospitales de Extremadura puedan hacer trasplantes con donantes vivos. El año pasado se hicieron 100 trasplantes que salvaron 100 vidas gracias a vuestros impuestos, vuestro esfuerzo y vuestro votos, porque eso es lo que se decide la urnas. En las urnas se decide quien construye la España y la Extremadura que queremos».

La política seria es la que piensa y reflexiona en los mecanismos y acciones para la mejora de la sociedad, de transformación, la que propone y explica hacia dónde quiere ir. Ésta está muy alejada de la frivolidad y el anuncio fácil que no conduce a nada, solo a la incoherencia, al desorden y a la pérdida de derechos.

Un ejemplo de ello es la competición que la derecha extremeña tiene en esta campaña electoral con la bajada de impuestos. Es curioso cómo esos mismos que ahora prometen la bajada de impuestos, durante su gobierno en la Junta de Extremadura, el Partido Popular incrementó al máximo el céntimo sanitario, creó de la tasa del agua, creó la tasa de eliminación de residuos sólidos, eliminó de la progresividad a impuestos directos haciéndolos más injustos y, por si fuera poco, desde Madrid, con Rajoy en el Gobierno, hubo subida del IVA, subida del IRPF, subida de las tasas universitarias, creó el copago sanitario, subió las tasas judiciales, subió el IBI, subió el impuesto de sociedades, subió el impuesto al consumo de gas natural, el tabaco, el alcohol, la lotería, impuesto a los gases fluorados, impuesto de patrimonio...

En total, en Extremadura, subieron en 2012 y hasta 2015 más de 160 millones los impuestos. Y tal como subían impuestos afilaban las tijeras para recortar derechos.

Ahora, si para los próximos cuatro años solo se comprometen a bajar impuestos, me pregunto ¿cómo van a pagar la sanidad, la educación, las infraestructuras...? ¿O van a recortar, de nuevo, los servicios públicos? ¿O es que no han pensado las consecuencias de basar un proyecto únicamente en bajar impuesto? ¿O es que solo consiste en quién lo pone más barato?