TEtl séptimo día es una película que no pasará a la historia del cine. Está realizada con profesionalismo, pero pare usted de contar, porque desde que entras, está esperando la traca final. Pero hasta que llega te cansa lo que allí se cuenta, que podrá servir para darle un Goya secundario a José Luis Gómez. Ray Loriga, que vive en Nueva York, no se le ha quitado todavía el pelo de la dehesa, y entre voces en off y miradas cachondas y la escena de la Guardia Civil, nos vamos acercando lentamente al final de unos pobres enfermos que si hubieran tenido un normal desarrollo sexual, o hubieran estado recluidos en un frenopático, pues nos hubiéramos ahorrado un drama. Estos de las películas son malos porque están enfermos, que sólo hay que oír los gritos del hermano mayor en la cárcel para darte cuenta que se trata de un reprimido, pero la película no historiza nada de lo que ocurre, porque huye de decir que aquello es Puerto Hurraco, así que no sé a qué viene tanto cuento. Los que escribimos al filo de la ley, estamos expuestos a estas cosas, además de no interesar para nada. La noche que fui a verla éramos cuatro, hasta que se quedaron tres al marcharme yo en una de las miradas de la mujer del carnicero soplafuegos. Yo creía que aquí ha habido un poco de chulería por parte de Andrés Vicente Gómez y de Ray Loriga, y quizá menos de Saura, que no ha debido de caer en la tentación cuando no se profundizan los mimbres que son cortitos. Estas películas, lejos de la peli americana, no se traga así como así. Por ejemplo falta una escena de los hermanitos haciéndose una paja, porque otra cosa es imposible. Y ni eso. Los enfermos españoles no dan bien en el cine. Tenemos una historia detrás.

*Escritor