Los modernos dispositivos electrónicos han revolucionado los sistemas de comunicación e interrelación de las personas. Se pierde la vida de calle. Incluso la protesta social, que en otras épocas llenaba las vías públicas y arrancaba adoquines, va quedando atrás. Parece que ahora los ciudadanos se contentan con arrojarse encendidos tuits, publicar mensajes en Facebook o subir vídeos a You Tube. En definitiva, hacen uso del nuevo poder que representan las redes sociales (que no es una forma inútil de protesta).

El uso intensivo y, sobre todo, excesivo de la comunicación entre personas mediante dispositivos telemáticos (principalmente teléfonos inteligentes y tabletas) ha reclamado la atención de educadores, médicos, psicólogos y sociólogos. En España el tiempo que los jóvenes consumen con estas herramientas ronda la tres horas y media al día.

Como todo es opinable, han surgido múltiples teorías. Dos de ellas totalmente opuestas. Una se inclina por considerar que el uso excesivo de las nuevas tecnologías en la comunicación supone una dependencia patológica de estas herramientas que afecta negativamente a las relaciones sociales. Se piensa que la falta de comunicación personal favorece la vida sedentaria, lo que a la larga produce obesidad. Además, según opina S. Turkle , psicóloga del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la dependencia de estos instrumentos aísla al individuo y pierde oportunidades de relaciones sociales. Y concluye: "Hay una nueva generación de jóvenes que ha crecido sin saber lo que es una conversación ininterrumpida".

Frente a esta opinión, otros piensan por el contrario que el uso de las redes telemáticas permite una nueva forma de socialización más amplia e intensa. Se defiende que nuestra estructura social ha cambiado, y que la vida en las grandes ciudades solo nos deja ese tipo de contacto, sin el cual viviríamos aislados. Si dice también que es una forma de procurarnos nuevas modalidades de juegos y entretenimiento. Se rearguye, en suma, que lo nocivo es tener que bajar al bar a consumidor alcohol para estar con los amigos.

Como podemos colegir, hay argumentos para todos. Quizá el peligro esté en los excesos. En cualquier caso, una cosa es cierta: el roce, el abrazo que nos gusta prodigar a los latinos, puede perderse. Un emoticono nunca será igual.