WCwoincidiendo con una radicalización del régimen represivo de los ayatolás, que acaba de prohibir las películas extranjeras molestas para el integrismo, el presidente de Irán, Ahmadineyab , llamó públicamente al mundo musulmán a "borrar del mapa" a Israel. Y pese al escándalo internacional, persistió en el empeño. Semejante e insólita incitación al odio del jefe del Estado de un miembro de la Organización de las Naciones Unidas suscita repulsión moral y política, además de inquietud en el conflictivo Oriente Próximo, donde la carrera del armamento nuclear adquiere perfiles apocalípticos. ¿Qué empleo del arma atómica podría decidir el belicoso presidente iraní? Como todos los aprendices de brujo, Ahmadineyab no ha sopesado el riesgo de sus gesticulaciones. Su prédica fortalece a los que en Israel preconizan la continuidad del programa nuclear y las operaciones preventivas contra todo enemigo potencial. El silencio árabe tampoco augura nada bueno. Con las rivalidades asiáticas, el convulso Oriente Próximo y las incendiarias proclamas del presidente iraní, la voluntad negociadora europea queda en entredicho ante la pretensión de EEUU se sentar a Teherán en el banquillo de los acusados del Consejo de Seguridad de la ONU.