Parece muy exagerado plantearse si el gol de Andrés Iniesta en la final contra Holanda puede acabar con la crisis, del mismo modo que muchos economistas consideran como mínimo impreciso calcular en un aumento del 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) el impacto económico que puede tener para un país la consecución de un título de tanta trascendencia mediática como es la Copa del Mundo de fútbol. Pero lo cierto es que la victoria de la selección española fue vista por más de 700 millones de personas, una cifra astronómica que, de alguna manera, tendría que repercutir positivamente en una evolución al alza de nuestra economía.

Y no solo por el hecho de estar presentes en un escenario con tanta audiencia sino también por la imagen positiva que ha sabido transmitir la selección, con un cúmulo de virtudes ciertamente difíciles de traducir en cifras, pero con un alto valor emocional.

La victoria en un Mundial de Fútbol de Suráfrica representa beneficios concretos y muy delimitados en el tiempo para sectores como el de la restauración, los servicios o la telefonía móvil, pero la cuestión que se plantea va más allá. ¿De qué manera el conjunto de la economía de un país puede verse afectada positivamente y durante un período más o menos largo por un acontecimiento de tanto relieve?

En el interior, y partiendo de la base de que en la crisis también juegan los factores psicológicos, es innegable que se instalará un plus de confianza que, en palabras de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, "será bueno para el PIB español".

Tendremos que ver cuánto dura la fiebre optimista de la victoria.

En el exterior, las acciones que ya ha emprendido la Secretaría de Estado de Turismo, con los anuncios en la prensa internacional, pretenden capitalizar un intangible tan etéreo, pero al mismo tiempo tan poderoso, como es el activo con el que hoy se presenta España al mundo. Un país capaz de superar dificultades a base de humildad, entusiasmo, trabajo colectivo, genio y creatividad.

Ya tendremos tiempo de valorar si estas iniciativas y las que sea capaz de generar la Administración del Estado revertirán en el conjunto de la sociedad española. En cualquier caso, solo hay un campeón del mundo. Y sería iluso de nuestra parte desaprovechar una ocasión como esta. Marcó el albaceteño Iniesta, pero ahora le toca el gol a la marca España.