Uno de los escasos planos antiguos de Cáceres, que podríamos datar hacia mediados del siglo XIX, refleja con cierta precisión lo que debió ser la ciudad histórica y su lenta evolución urbana a lo largo de los siglos, desde la Edad Media hasta la contemporaneidad de sus últimas transformaciones. En uno de sus ángulos inferiores podemos leer esta referencia sobre su contenido: "Es copia este plano del original hecho por don Vicente J. S. Maestre , siendo reproducción fiel que ejecutó don Julián Perate en 1901, por encargo de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Cáceres". J. Sanguino . (Rubricado).

NUESTROS puntos de referencia para interpretar este texto son, pues, escasos. No conocemos a don Vicente J. S. Maestre, autor de dicho plano; aunque sí que nos son conocidos don Julián Perate Barroeta, profesor suplente de Dibujo en la Cátedra que regentaba don Gustavo Hurtado Muro en el Instituto General y Técnico cacereño, y Juan Sanguino Michel , secretario de la citada Comisión de Monumentos, que presidía don Publio Hurtado Pérez , padre del anterior, y profesor también del mencionado Instituto que tantos y tan ilustres enseñantes tuvo a lo largo de su historia.

EN DEFINITIVA, que aún sin conocer a su verdadero autor, este plano nos ofrece la garantía de autenticidad y honestidad informativa de sus copistas y promotores como para describir y aceptar la representación de todos los rincones, barrios y lugares de nuestra ciudad en un remoto pasado.

UNO de estos lugares peculiares y pintorescos reflejados en la trama cacereña es una larga y sinuosa línea azul que recorre la parte inferior del dibujo, rodeada de espacios verdes y con pequeños dibujos de árboles en sus cercanías, a la cual se rotula con el nombre de "Ribera de El Marco", con unas letras manuscritas casi ilegibles. En otro de los ángulos, el autor explica así la presencia de esta "Ribera: "Manantial de agua mineral, nombrada de El Marco; a un cuarto de legua más arriba de Sn. Fran/co, se convierte en regato, pone en movimiento 23 molinos harineros, muchos ('?) de aceite y tenerías y riega todas las huertas... A distancia de una legua. Octubre de 1845".

El plano, en sí, refleja una estructura viaria muy semejante a la actual, aunque en él se pueden distinguir lugares, calles o rincones que ya han desaparecido por la evolución lógica de un villorrio popular y mayoritariamente rural a una ciudad mejor dotada y más abierta para la vida moderna. Transformación que se ha producido principalmente en la segunda mitad del siglo XX.

BORDEANDO a la ciudad por todo este arco suroriental se encontraban las calles de los Caleros y la del Barrio de Las Tenerías, hasta encontrarse ambas con la Cuesta del Maestre y la calle Villalobos, por detrás de la Parroquia de Santiago; huertas, campos, praderías, charcas y fuentes parecen entremezclarse con los dispersos y desportillados edificios de viviendas, según se refleja en el plano. Y sin duda parece que fuera así cuando --avanzado el siglo XX-- personalidades como don Publio Hurtado aún se quejaban de que Cáceres estuviera llena de cochiqueras, cuadras y muladares. Incluso de que las matanzas tradicionales de guarros, en los días invernales, por San Martín, se hicieran en medio de las calles, sin medidas de higiene ni seguridad.

Rúas, plazas y rincones ya olvidados en las que los cacereños aún sintieron y sufrieron el casticismo y el catetismo de pertenecer a una vieja villa histórica. Ciudad que ha merecido después ser distinguida como "Patrimonio de la Humanidad" precisamente por haber conservado aquellos rincones.

En otros planos urbanos de mediados del siglo XIX y en los numerosos que se levantaron durante el XX, se resaltan de nuevo los valores plásticos de una pequeña urbe que ha sabido mantener su aire villano dentro del contexto arquitectónico con las novedades y paisajes de una moderna población abierta y turística.