WEw n el 2006, cuando estaba en la oposición, Binyamin Netanyahu dijo: "Esto es 1938 e Irán es Alemania". Ahora, a la espera de lo que diga el martes la Agencia Internacional de la Energía Atómica sobre el programa nuclear de Teherán, el Gobierno israelí está creando el clima propicio para un ataque preventivo y lo hace en tres direcciones: preparar a la opinión pública, amilanar a la teocracia iraní y justificar la acción bélica. Esta semana, Israel ha probado con éxito un sistema de propulsión de misil balístico y su Ejército ha realizado maniobras con fuerzas armadas italianas y de la OTAN en Cerdeña que simulaban un bombardeo de largo alcance en condiciones parecidas a las de un ataque contra Irán. La prensa israelí ha filtrado la voluntad de Netanyahu de atacar a aquel país, así como el debate abierto en el Gobierno (no todo el Ejecutivo ni las fuerzas armadas estarían a favor), mientras el presidente Shimon Peres asegura que es probable un ataque de Israel y de otros países contra Irán.

La amenaza apocalíptica lanzada por Irán en respuesta no ha hecho más que aumentar este clima prebélico sobre el que EEUU guarda un prudente silencio, pese al anuncio hace unas semanas de una conspiración iraní en su territorio. Este ruido de tambores no debe llegar a ninguna parte. El único camino debe ser el de la diplomacia por grandes que sean las dificultades. El recuerdo de cómo se fue a la guerra de Irak debería ser el mayor revulsivo.