Una de las singularidades de nuestro país es la de disponer de un Gobierno que desde la última remodelación, cuenta con tantos portavoces y matizadores como ministros. El último ejemplo, lo ha constituido el asunto de El Aaiún y el conflicto del Sáhara como telón de fondo.

En este tema hay varios postulados irrefutables: el pueblo saharaui no tiene ningún tipo de vínculo con los súbditos marroquíes; el Sáhara occidental fue una provincia más del Estado español; cuando se produjo la arriada de la bandera se abandonó no solo a su suerte, sino a la guerra y persecución a muerte, a miles de ciudadanos que hasta ese momento gozaban de nuestra nacionalidad; que España, de forma absolutamente ilegal hizo y sigue haciendo dejación de sus responsabilidades como potencia administradora imposibilitando con ello la realización del referéndum al que el pueblo saharaui tiene derecho desde hace más de 35 años. Lo demás son pamplinas.

Esto es lo que habría que decirle claramente a Mohamed VI: que se olvide de su Gran Marruecos en lo que a nosotros respecta; que los recursos que explota en las tierras y aguas saharauis no son suyos; que Ceuta y Melilla son territorio español, no ocupadas como se afirma al referirse a ellas desde la agencia oficial de prensa marroquí; que el pueblo español está constituido por ciudadanos, no por súbditos, y menos súbditos suyos, y está cansado de tanto agachar la cabeza y cerrar la boca ante cesiones que atentan ya contra la dignidad personal y, por último, que contra la agresión a nuestro territorio, la Constitución, de la que tanto se tira para otras cosas, establece quién y cómo tiene que actuar para defender su integridad.

Y si esto no se le aclara de una vez por todas y para siempre, debería ser entonces Rodríguez Zapatero y en sede parlamentaria el que explicara los motivos y supuestos intereses de España para continuar manteniendo el status quo , a la espera de que los saharauis se aburran y acepten un régimen de autonomía que el propio Mohamed, y en virtud de su poder absoluto, podría derogar al día siguiente.

Los españoles no nos merecemos un Gobierno que nos mienta pero tampoco uno que nos cuente milongas que atentan contra la más mínima inteligencia. El pueblo no es idiota por mucho que así lo considere.

José M Sánchez Torreño **

Plasencia