THtay gente que tiene límites y gente que se jacta de transgredirlos en cada ocasión en que está bajo los focos. En este sentido, esta semana hemos tenido que asistir, por desgracia, al desbarre moral de unos cuantos personajes relevantes del nuevo panorama político.

Los susodichos han venido a confirmar con sus apreciaciones que, en el ámbito de los valores, gozan de una laxitud extrema, que les permite contemplar con satisfacción hechos que a cualquier demócrata le provocaría nauseas. El tema que ha hecho brotar la bajeza moral de algunos de los actores de la 'nueva política' ha sido la puesta en libertad de ese criminal llamado Arnaldo Otegi .

A propósito del trágico acontecimiento, en lugar de mostrar su disgusto porque semejante personaje vuelva a la calle o, al menos, su resignación ante esta realidad indeseable, el líder de Podemos, Pablo Iglesias , y el de IU, Alberto Garzón , entre otros, han celebrado su liberación. No han tenido reparos en manifestarse, públicamente, satisfechos por la salida de la cárcel de una alimaña que perteneció a ETA, que participó en la planificación y ejecución de secuestros, y que, a día de hoy, sigue sin condenar la violencia de la banda terrorista que segó la vida de cerca de 900 ciudadanos españoles.

Y lo más sorprendente y escandaloso de todo esto es que una parte importante de la sociedad ni siquiera ha torcido el gesto al escuchar a Pablo y Alberto loando a Otegi; lo que denota una insensibilidad que resulta realmente preocupante. Porque, cuando uno oye a un líder político, que representa a millones de ciudadanos, pregonar a los cuatro vientos algo tan hiriente para las víctimas del terrorismo, y ni siquiera se inmuta, es que, o no tiene sangre en las venas, o tiene un nivel moral similar al de los que trabajan activamente para el blanqueamiento de una figura tan carcomida de odio y maldad como la de Otegi.

Creo, sinceramente, que los asesinados por ETA, sus familiares, y el resto de víctimas que aún sufren el dolor de la violencia infringida por Otegi y sus colegas no se merecen declaraciones como las que hemos tenido que escuchar esta semana. Y pienso, sinceramente, que la memoria de las víctimas debería hacer levantarse a los votantes de Podemos e IU para reclamar a sus líderes una disculpa pública con quienes sufrieron, y una condena, sin ambages, de esos que contribuyeron a hacer tanto daño a tanta gente.