WEw l Sindicato Médico de Extremadura (Simex), mayoritario entre los facultativos de la región, ha convocado una huelga en el Servicio Extremeño de Salud (SES). Es la primera vez desde que la Junta asumió la Sanidad en 2002 que se produce un conflicto de esta naturaleza. Que los médicos tienen derecho a la huelga como cualquier otro ciudadano en España, nadie lo duda. Ni siquiera cabe poner en entredicho que sus reivindicaciones no sean justas; lo son: hasta el SES reconoce que lo que exigen son compromisos no cumplidos. Y sin embargo, un conflicto como el que plantea el Simex es oportunista. Lo es desde el momento en que las mejoras retributivas que reclaman están pendientes desde el año 2006, precisamente cuando la Administración, con un país económicamente con buena salud, estaba en mejores condiciones de satisfacer los incrementos salariales por los que hoy surge este conflicto. No parece, por tanto, que el Simex se haya visto impelido a ir a la huelga por la presión de los médicos ante la evidencia de que no llega a la nómina las subidas prometidas: llevan años en esta situación. Más parece que se ha elegido la fecha de hoy --y, como un órdago de presión, de siete días más de abril--, cuando la institución contra la que se convoca --aunque los paganos sean los ciudadanos-- se intuye que está en situación comprometida, la inminencia de unas elecciones, y sea más fácil lograr un acuerdo. No es casualidad que los colectivos que están haciendo uso de la huelga en nuestro país son aquellos entre cuyos temores no está perder el empleo. El resto de trabajadores se ve abocado a manejar una herramienta como esa con mucho cuidado.