WEw l rifirrafe dialéctico del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, a propósito de las expulsiones de familias gitanas búlgaras y rumanas decretado por el Gobierno francés --y que ayer el Elíseo se esforzó por quitarle hierro con el pretexto de que cada uno juega el papel que le toca-- expresa hasta qué punto se ensancha una peligrosa fractura en el seno de la Unión Europea. Sarkozy ha abierto la caja de los truenos de la aplicación a su aire del acervo comunitario en cuanto atañe al derecho de gentes y a la libre circulación de ciudadanos comunitarios dentro de los límites de la Unión. Es decir, el presidente francés ha sentado como principio la discrecionalidad y la interpretación restrictiva de una norma que afectará en el futuro a la consideración de ciudadano de la UE, al menos en aquellos casos que los estados puedan considerar incómodos o de difícil gestión.

El recurso a la cortina de humo de los socios de la UE, bajo la fórmula de apoyar a Francia en su derecho a hacer que se respete el Estado de derecho, y la desautorización de la comisaria de Justicia, Viviane Reding, que criticó al Gobierno de París, no cierran ni mucho menos la cuestión. En la medida en que Sarkozy se dispone a seguir con las expulsiones y suma aliados --Berlusconi en primer lugar-- se pone en riesgo la unidad de criterio en frentes tan importantes como los sistemas de control de fronteras, las normas de Schengen, el derecho de establecimiento y otros indispensables para que la UE avance por la vía política. Porque los ahora expulsados de Francia son, no puede olvidarse, tan ciudadanos de la Unión como cualesquiera otros con iguales derechos y deberes. Lo cual lleva a preguntarse por extensión por el comportamiento futuro de Francia y de otros países en la gestión de futuras oleadas migratorias extracomunitarias. Es decir, lleva a preguntarse cuál será el comportamiento de las fuerzas de seguridad en la acogida y eventual expulsión de inmigrantes extracomunitarios que, salvo error de bulto de los especialistas, seguirán llegando del sur a poco que la crisis amaine. La perspectiva es inquietante, sobre todo si, como le sucede ahora a Sarkozy, a uno o varios líderes políticos se les tuercen las encuestas y están seguros de remontar alimentando, como en el presente, los sentimientos más primarios de una parte del electorado.

Aquí hay movimientos inquietantes que pretenden sacar provecho electoral de ese fenómeno. En este marco hay que incluir la visita que ayer hizo la dirigente del PP catalán y candidata a la Presidencia de esa comunidad, Alicia Sánchez Camacho a un barrio de inmigrantes rumanos de Badalona, acompañada de una eurodiputada francesa del partido de Sarkokzy.