WAw l desvelarse las prohibiciones hasta ahora secretas que deben aceptar quienes viajan en avión ha quedado de manifiesto la arbitrariedad, que acaso explica el secretismo, de bastantes de las medidas en vigor hasta la fecha, fruto en gran parte del deseo de la burocracia comunitaria de adaptarse a las reglas establecidas por las autoridades aeroportuarias de Estados Unidos después del 11-S. A la vista de la lista de proscripciones, se impone más que nunca una revisión de la norma para que, sin reducir las garantías de seguridad a que tienen derecho los ciudadanos, se eliminen aquellos requisitos injustificables, que violentan el sentido común y tratan a todos los pasajeros como sospechosos. Y, al mismo tiempo, es ineludible que los responsables de seguridad de los aeropuertos unifiquen criterios para que en todas partes se establezcan los mismos tipos de controles y prohibiciones. Los responsables comunitarios tienen la obligación de atender cuanto antes requerimientos como los del eurodiputado Ignasi Guardans para acabar con situaciones injustificables: enfermos que no pueden embarcar con sus medicamentos, lactantes a los que se priva del biberón, etcétera. De hecho, la propia normativa comunitaria establece excepciones que, debidamente publicitadas y aplicadas, evitarían muchos de estos casos sin disminuir los estándares de seguridad exigibles. Lo que no debe prolongarse por más tiempo es la aplicación de una seguridad preventiva desconcertante, que ha consagrado en los aeropuertos un régimen de excepcionalidad permanente. Las quejas continuas de los contribuyentes no dejan lugar a dudas acerca de qué esperan de las autoridades.