Joseph Antoine René Joubert dijo que, como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda. Comparto absolutamente esta máxima.

Ha comenzado la campaña electoral más determinante de las últimas décadas. Estamos obligados a reflexionar sobre la utilidad real del voto que vamos a emitir el próximo 28 de abril. Porque nos jugamos la unidad de España, continuamente amenazada por el presidente de Cataluña, con el silencio y la complicidad del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Con el Partido Socialista en la Moncloa, están seriamente en riesgo principios como la igualdad y la solidaridad entre los territorios que conforman España. Porque Pedro Sánchez ya ha demostrado que está dispuesto a darle todo a los independentistas que le aseguren el sillón, en detrimento de otras comunidades autónomas como Extremadura.

El próximo 28 de abril, nos jugamos volver a vivir nuevamente una crisis económica, que ya asoma la cabeza con malos. Con Pedro Sánchez de presidente hemos asistido atónitos a los primeros signos de desaceleración económica y a la destrucción de 135.000 puestos de trabajo.

Pero no sólo es importante para España, sino también para Extremadura. Porque para los extremeños es fundamental e imprescindible que Pedro Sánchez no siga en la Moncloa. Sánchez es una amenaza para Extremadura, para nuestra forma de vida, para nuestro campo, para nuestro mundo rural; en definitiva, no queremos volver a esa España de las dos velocidades, donde Extremadura sigue estando en el vagón de cola.

Por ello, es tan necesario en estas elecciones el voto de la seguridad. Porque el único partido que puede ofrecer seguridad ante la incertidumbre es el Partido Popular. Porque tenemos experiencia de gobierno, porque hemos sacado a este país de dos crisis económicas y lo pusimos en la senda del crecimiento y el empleo. Porque Pablo Casado es el valor seguro para los intereses de los españoles, frente a la incertidumbre, el riesgo y la vuelta a las políticas socialistas de despilfarro, incremento del gasto corriente, del déficit y de la deuda que al final pagamos todos.

Porque quien está dispuesto a traicionar a España por pura ambición personal, no merece ser presidente. Reflexionemos el voto, valoremos detenidamente qué es lo mejor para nuestro país y para nuestra región.

* Asesora jurídica y diputada del PP.