Secretario provincial del CSI-CSIF de Cáceres

El asesinato de los dos compañeros de transportes de fondos de la empresa Prosegur, uno de ellos cacereño, ha convulsionado a la sociedad. Solapado un poco por el problema de Galicia y por los accidentes de tráfico del puente de la Inmaculada, no deja de estar presente en nosotros, trabajadores de la seguridad privada, la imagen de desolación, de desastre, de sufrimiento, de familias destrozadas, de viudas y huérfanos... Esos trabajadores, que son padres de familia, que salen todos los días a realizar una labor arriesgada y que tienen la ilusión de volver a casa al final de la jornada para estar con los suyos. Nuestros dos compañeros, por culpa de unos desalmados, jamás podrán hacerlo.

El artículo 33 del Reglamento de Seguridad Privada indica que la dotación de cada vehículo blindado estará integrado, como mínimo, por tres vigilantes de seguridad, uno de los cuales se dedicará exclusivamente a conducir. Dicho conductor se encargará, además del control de apertura de las puertas, del sistema de comunicación del vehículo; no podrá abandonarlo y mantendrá en todo momento el motor en marcha cuando se encuentre en vías urbanas o lugares abiertos. Un segundo miembro de la tripulación efectúa las labores de carga y descarga, encargándose de su protección el tercer miembro.

Si ya la profesión de seguridad supone un riesgo en sí, en la de transporte de fondos el riesgo es mayor debido a las expectativas que genera el traslado de fondos.

Los delincuentes que suelen atracar furgones blindados es la delincuencia organizada. A veces se trata de bandas mafiosas y, otras, de organizaciones de unos cuantos individuos que no dudan en hacer lo que han hecho estos días con nuestros compañeros. Se caracterizan por su excesiva peligrosidad, abundancia de medios, número elevado de individuos que intervienen, planificación de la ejecución, infraestructura moderna, etcétera.

Antes de cometer el asalto, se informan. Esta labor puede llevarles bastante tiempo. Las ejecuciones las realizan en tiempos mínimos, incluso cronometrados. Su objetivo es hacerse con los fondos y, para ello, no dudan en ejercer la violencia y llevarla hasta sus últimas consecuencias. A veces, tras la comisión del delito, los integrantes de la banda se dispersan. Estas bandas han procurado asaltar furgones aprovechando lugares alejados y poco transitados, aquéllos en los que el furgón debe disminuir la velocidad, e incluso pararse. Así, suelen darse en la recogida de efectivo, ya sea en oficinas bancarias o en grandes superficies comerciales.

Quiero hacer un llamamiento para que se sigan manteniendo y se aumenten las medidas de seguridad en los blindados, las dotaciones experimentales, las revisiones correspondientes, etcétera; se hace un llamamiento para que se reconozca la labor de tantos y tantos vigilantes de seguridad que realizan su trabajo de forma anónima y que ayudan a que los ciudadanos, las empresas, tanto clientes y empleados, como las instalaciones, permanezcan protegidos y se lleve a efecto la sensación de tranquilidad y de seguridad subjetiva que la sociedad demanda.

Desde aquí se hace un llamamiento a las autoridades competentes en seguridad privada, a las empresas de seguridad y a los mismos clientes que contratan la retirada o reposición de fondos con aquéllos, para que de una vez por todas no se cargue a las tripulaciones con excesivos servicios, los precios de los mismos se dignifiquen y no se vea a los vigilantes transitando por la calle con los fondos en las manos.

Deben habilitarse zonas donde se pueda cargar y descargar sin riesgo añadido. Lo mismo que se hace en los centros de almacenamiento, recuento y clasificación que tienen algunas empresas de seguridad. Igual que se obliga a estas empresas a disponer de centros seguros y de cocheras con medidas de seguridad para guardar los blindados, del mismo modo se debería exigir a ciertos clientes una zona estanco para cargar y descargar fondos. Exigimos a la autoridad competente arbitre fórmulas para eliminar el "riesgo de acera".

¡País éste, en el que tienen que suceder las desgracias para que se tomen medidas preventivas y, la mayoría de las veces, ni por las desgracias se toman!