Concluida la Semana Santa, hay que volver a la política, que es más real y, por supuesto, más interesante. Nada contra la Semana Santa, desde luego, pero faltan seis días para lo decisivo, es decir, saber quién gobernará España, o quiénes, y, como se comprenderá, tal asunto importa más que una semana de fervor religioso. Cierto que las procesiones y los mítines han convivido con naturalidad, cada cual por su lado, pero la campaña electoral ha quedado asordada por la religión y su semana grande. En algunos casos, incluso ignorada. ¿A quién se le ocurre convocar elecciones el 28 de abril, sabiendo que estaba de por medio Semana Santa, justo cuando los partidos debían darse a conocer por su todo o su nada, según cada cual? ¿Torpeza o estrategia? Ni lo uno ni lo otro, seguramente. Pero sabiendo cómo es España, donde se hace de la religión una fiesta y de la fiesta una religión, ¿quiénes iban a prescindir de la fe --que además bendice la fiesta, legitimándola-- a cambio de la política? Contra la Semana Santa, en fin, los políticos tenían poco que hacer. Salvo que...

Salvo que demostrarán ser más religiosos que políticos, o al menos tan religiosos como políticos, lo cual es perfectamente compatible, claro. Así lo ha hecho el partido de Santiago Abascal, por ejemplo, que ha demostrado ser un partido más religioso que político al renunciar a actos electorales el jueves y el viernes, días santos. También Pablo Casado, que ha sabido combinar religión y política al participar en procesiones y vestir túnica morada entre mitin y mitin. O incluso Albert Rivera, que acudió a Toledo y, antes o después de asistir a la procesión del Cristo de la Humildad, dejaba este tuit: «Qué bonita es Toledo, y más en Semana Santa». Por lo demás, política y religión han convivido mal --no han convivido, en realidad-- en los casos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que ni saetas ni mantillas ni noches de Getsemaní. Eso habrán ganado o eso habrán perdido, ya se sabrá. La Semana Santa ha estado en campaña, sí, pero los candidatos, desde ayer, han vuelto por fin a la política.

A ver quién resucita el domingo. O quiénes.