TNtadie desconoce, aún no ejerciendo la docencia, el conjunto de circunstancias que rodean hoy día a la misma. La violencia en las aulas, la exigencia de determinados padres, el caso y maltrato y las repetidas faltas de respeto a los profesores, así como el desinterés de los alumnos frustran el principal objetivo de la misma, la instrucción y la formación de los adolescentes. Tampoco desconocemos las preocupaciones de los expertos y la cantidad de estudios, foros y simposios que en Extremadura y fuera de ella se hacen en torno al tema para encontrar una salida, y es un hecho bien conocido que los profesionales están adoptando diferentes medidas de entre las que me ha llamado la atención la sentada protagonizada por los profesores del instituto Gonzalo Korrea de Jaraíz de la Vera.

Cuando un colectivo como éste, razonador, sosegado, bien formado actúa así, se acepta de entrada la sentada, pero no es tan aceptado que el mensaje que desean emitir sea bien interpretado, por la diversidad y complejidad de los receptores. Habrá que decir, en primer lugar, que esa foto va a ser duradera, porque en la tábula rasa de la mente adolescente va a fijarse para siempre cuanto tenga de positivo o de negativo la sentada: un alumno lo es para siempre y se cose o se descose en esa difícil edad escolar en las que los acontecimientos y las informaciones son recibidas casi en tropel. Y es posible que más de uno se quede únicamente con el negativo, concluyendo que con la violencia se consigue cualquier cosa, hasta sentar a los profesores, el gran poder en la mente del joven, o habrá quien deduzca que ante las dificultades, los obstáculos y los problemas que se te presenten en la vida y en el trabajo, lo mejor es sentarse. No son ociosas esas conclusiones para quien cree haber conseguido al menos la primera opción y recibido suficiente enseñanza sobre la segunda, pues no hay que olvidar que los discentes interiorizan, antes que cualquier concepto, las actitudes y comportamientos de padres y profesores y sobre todo son miméticos en la adquisición de hábitos conductuales. De ahí la gran dificultad de ser profesor dentro y fuera de la clase y el riesgo de estas posturas. Se supone que la obediencia y la disciplina son las requeridas para mantener el orden en la clase y promocionar la enseñanza, pero no descarto que estos conceptos necesiten ser revisados, porque aquélla no es más que la contrapartida de la autoridad y la disciplina debiera ser más que militarista, mental y concentrarse en la adquisición de capacidades para prever, soportar y sortear dificultades cuando éstas surjan. Una disciplina mental, para llegar a la cual, posiblemente, la sentada no sea lo más aconsejable.

*Licenciado en Filología