Enrique Pociños se cayó desde un andamio de un edificio en construcción en Premiá de Mar y quedó tetrapléjico. Sucedió en 1999 y ahora la Audiencia de Barcelona ha declarado inocentes, en vía penal, al constructor y al aparejador de las obras, lo que en la práctica supone la denegación de la indemnización al inválido. El argumento de los jueces es insólito: Pociños cometió una grave imprudencia y debió negarse a trabajar con el riesgo de accidente.

¿Estaba en condiciones de hacerlo? Esa es la cuestión, que afecta a muchos trabajadores, no sólo de la construcción. Y no parece que se haya tenido en cuenta debidamente en la resolución judicial. Los contratos en la construcción, necesariamente temporales y con una alta competencia de mano de obra, no son el mejor entorno para que un empleado reclame sus derechos. Aunque también se dan casos en que un trabajador viola las normas de seguridad de quien le contrata y pone en riesgo su vida, la causa principal de los accidentes laborales sigue siendo el incumplimiento de la normativa de prevención por parte de las empresas. Es el caso de la que contrató a Pociños, según los jueces, lo que hace aún más extraña su decisión.