En un mecanismo de autodefensa, los periódicos han señalado los años de cárcel que el Tribunal Supremo ha impuesto a los golpistas catalanes. Albert Rivera llegó a decir que «es un día para la satisfacción de la justicia, del Estado de Derecho». De acuerdo, aceptemos pulpo como animal de compañía.

Lo cierto es que, ahora que el Supremo ha desestimado la petición fiscal para que cumplan en prisión la mitad de la pena, los condenados se comerán el turrón en casa por Navidad.

Los jueces afirman que hubo violencia por parte de los independentistas, pero no suficiente. Así las cosas, tenemos sentencia, pero tampoco es suficiente. Recordemos a Pascal: «Quien no ama demasiado no ama suficiente». Pues bien, con este Código Penal obsoleto, o castigas demasiado, o no castigas suficiente.

Nos hemos quedado helados con la sentencia, sobre todo con su falta de ejecución. También está disgustado Íñigo Errejón, aunque por causas opuestas. Este ideólogo de medio pelo la ve «desproporcionada e inútil». También dijo que si Podemos subiera al poder terminaría con la crisis en una hora, que los pobres venezolanos comen tres veces al día, y ahora pide en su programa que se trabajen cuatro días a la semana y que se prohíba el 3x2 en las tiendas. Errejón es un hombre de números. Estas son las cuentas del Gran Capitán que se hace la izquierda radical, coaligada en España con los independentistas, no porque también lo sea (que lo es, bien mirado, como Iceta, los lunes, miércoles y viernes). Al otro lado tenemos a una derecha inane y fragmentada que le pide al trilero Sánchez de Pedralbes que haga lo que ella no hizo con mayoría absoluta.

La agresión que sufrió ayer una mujer (pasada de revoluciones) a manos de un independentista mientras los CDR evitaban la salida de más de cien vuelos revelan, una vez más, que la historia está condenada a repetirse… por culpa de nuestros gobernantes.

*Escritor.