En estos tiempos en los que la humanidad está llamada más que nunca a reflexionar sobre el presente con toda su complejidad y buscar respuestas inmediatas a esta crisis multidimensional que abarca lo político, lo económico y lo civilizacional, respuestas capaces de plantear alternativas y eslóganes viables que nos alejan del ambiente bélico y asfixiante que nos trajo consigo la era de Bush y sus lacayos en el mundo árabe musulmán y occidental.

Son tiempos, en los que, afortunadamente y a escala menor, en nuestra Extremadura y nuestra ciudad Cáceres la convivencia entre los de más de ochenta nacionalidades con sus diversos rasgos culturales y identitarios, goza, generalmente, de buena salud. En este contexto de paz y sosiego unos sombríos tintes, cautivos de un pasado medieval remoto y unas percepciones mitológicas y a históricas de su patrimonio inmaterial, vinieron a agitar nuestra calma y propiciar un nuevo ennegrecimiento de una imagen negativa del moro arraigada en el imaginario colectivo español forjado durante los últimos catorce siglos que han culminado con los hechos del 11-S el 11-M y la paterización del fenómeno migratorio.

Me refiero aquí al artículo de la señora concejala de Extremadura Unida en el Ayuntamiento de Cáceres Guadalupe Díaz Martín títulado: San Jorge: no a la manipulación de las tradiciones , publicado el 26 de abril en este periódico.

XANTES DE TODOx, me gustaría expresar mi extrema extrañeza del tono histérico y agresivo del artículo de la concejala que refleja un deseo de desahogo revanchista no solo contra su rival político en el Ayuntamiento de Cáceres sino contra el colectivo más antiguo y mayoritario tanto en Extremadura como en Cáceres ciudad que es el colectivo marroquí o los moros para apaciguar el fervor del subconsciente de la edil.

Creo que esta figura política en su maniobra políticamente incorrecta de bestializar y satanizar al moro no es que el resultado de un sentimiento de superioridad y de una actitud que está cómoda en su etnocentrismo que es bien profundamente interiorizado en su personalidad hasta el punto que no le deja ver al otro en su alteridad real.

Somos los moros perdedores de ayer y los salvajes verdugos de hoy que no reconocen ni respetan a otras religiones y que todos los viernes degollamos públicamente a miles de personas para satisfacer un deseo enfermizo del canibalismo que llevamos implícito por naturaleza en nuestra personalidad colectiva. Somos los bárbaros que no creen ni en la libertad ni la justicia ni en la igualdad. Señora concejala ¿Quién cree todavía en este tipo de discursos arcaicos y ya desgastados que nos hacen recordar la imagen caricatural del árabe beduino forjada por el orientalismo decimonónico occidental o de los clisés satíricos divulgados por los medios de comunicación mofando del moro en un estallido de desahogos de malhumor?

Es cierto, como se podría destacar del tono y el contenido del mensaje de la concejala, supuestamente miembro de la "élite de ideólogos y estrategas" dirigente de su partido Extremadura Unida, quisiera divulgar y promover, en un manejo caricatural de las emociones, la tradición y San Jorge, un nacionalismo regionalista intestino que se basa en la reivindicación del pasado, los símbolos, ceremonias y conmemoraciones apelando a su tribu en nombre de un particularismo falso y en detrimento de otras etnias, a la movilización y la reivindicación de un localismo o, mejor dicho, parroquialismo que ya está erosionado por el espíritu de los tiempos modernos inspirados en el humanismo y el universalismo. La señora Guadalupe no ha llegado a entender que, como decía un prestigioso sociólogo, que "las escisiones de la sociedad civil, la fragmentación ideológica contemporánea, las migraciones, las operaciones mediáticas y la prepotencia de los poderes públicos se encargan, cada uno por su lado, de pasar por el cedazo y desvirtuar esa pasión colectiva de identidad nacional".

Creo sinceramente que el caso merece un trato clínico al sique colectivo de los representantes de este sector que le gustaría ver a la sangre mora derramada en la plaza Mayor y un análisis desde el campo del psicoanálisis así como una reflexión desde la psicología social.

*Historiador y antropólogo marroquí residente en Cáceres.