La visita del ministro de Fomento a Extremadura el pasado lunes ha servido para que él mismo pueda comprobar la contestación social que existe en la región, cansada de falsas promesas e incumplimientos varios acerca del tren. Íñigo de la Serna se mostró conciliador y trajo compromisos, como el ya avanzado por este periódico de que se adelanta al verano del 2019 la finalización de las obras de alta velocidad entre Plasencia y Badajoz, que se pretende electrificar la línea Mérida-Ciudad Real o que se va a poner en uso un tren Talgo entre Badajoz y Madrid en el primer trimestre del 2018. El ministro se ha quejado de que sea precisamente ahora, cuando más impulso han cogido las obras y más cosas se estén haciendo, haya más contestación en la calle. Sin embargo, una cosa guarda relación con la otra y denota que la unidad de acción en un mismo sentido, cuando trasvasa el ámbito político y cala en el social, logra mayor resultado. Está bien que se lleven a cabo nuevas acciones o que se adelanten obras previstas en el calendario, pero el nivel de confianza podrá recobrarse de nuevo cuando, en verdad, se vea que lo anunciado se hace realidad. Van demasiados incumplimientos y la paciencia se ha colmado.