XMxe comenta preocupada una amiga, profesora de niños y niñas preadolescentes de la ESO, los resultados finales de una encuesta que recogió de una propuesta pedagógica y que decidió realizar entre sus alumnos con motivo del final de curso. La cosa en cuestión era sencilla y puede parecer perogrullesca a primera vista. Se trataba simplemente de preguntar a los escolares --de 11 y 12 años-- qué pretendían ser de mayores, cuáles eran sus deseos para el futuro y sus aspiraciones. Extendidas las posibilidades, que incluían las más variadas profesiones, trabajos y oficios, resultó que algo más del 30% se inclinaban hacia la profesión de "modelo". Curiosamente, un volumen muy inferior, aunque también significativo, se inclinaba hacia los llamativos títulos de presentador/a de televisión, actrices y actores, futbolistas y --sorprendentemente-- "famosa" o "famoso" (curiosa posibilidad que también se incluía).

El resto de las preferencias se distribuía de forma variable entre las más "corrientes" profesiones de médicos, abogados, profesores, enfermeros, ingenieros, periodistas, etcétera.

Mi amiga, que no tendrá más de treinta años, aseguraba con cierto desconsuelo que estos resultados son preocupantes, pues hacen referencia al modelo de sociedad que impera, que cala plenamente en las mentes frágiles de la infancia.

Ser modelo o, peor, famoso o famosa, es indudablemente un reflejo de la tendencia hacia la vida fácil, el culto a la imagen y al faranduleo. En el colmo de su pesar, me decía la profesora que tenía noticias ciertas de que algunos de los padres de sus alumnos ya habían recorrido diversas agencias para hacer castings a sus hijos, desde temprana edad, para comenzar a abrirles camino en este terreno, encargando costosos books fotográficos para ofrecerlos a las compañías dedicadas a descubrir modelos.

Por supuesto, hechas las fotografías y cobrado el buen dinerito que importan, los avisados "descubridores" de tops models no habían vuelto a manifestar el más mínimo interés por los chicos y chicas que soñaban con llegar a la cúspide de las pasarelas.

Pienso que no hay que alarmarse demasiado por estos datos. Pero tampoco hay que dejar de estar alertas. Lo preocupante de todo esto es que un tanto por ciento significativo (del 3% al 5%, según el INJUVE) de nuestros niños y adolescentes presenten trastornos serios de alimentación, anorexia, bulimia o complejos físicos que les impiden ser lo felices que requiere ser la que debía de ser la más despreocupada y candorosa de las edades, a pesar de sus conflictos inherentes.

En este contexto, una divertidísima película viene a poner en su sitio el alma de las personas de nuestros días. Me refiero a la recientemente estrenada Srek, que cuenta las peripecias de una pareja de encantadores ogros, gorditos, feos y absolutamente despreocupados por su aspecto exterior, que tienen que hacerse valer en un mundo donde priman las apariencias, el físico y el dinero; decidiendo finalmente ambos poner su realidad personal y su amor por encima de las preferencias estéticas de la sociedad, renunciando al icono mediático de la delgadez extrema, la guapura estereotipada y el culto a la imagen, rescatando aquello tan hermoso de que "la verdadera belleza se encuentra en el corazón".

*Sacerdote y escritor