El debate sobre la situación económica de España no fue otra cosa que un agotador más de lo mismo. Los ciudadanos, seguramente perplejos, observan una y otra vez la encrucijada que se produce entre el optimismo con que el Gobierno se empeña en anunciar el final de la crisis, la realidad cotidiana de la tragedia de parados y empresarios en quiebra, y la irracionalidad del PP que piensa que su futuro en el Gobierno se puede llegar a construir sobre las cenizas de la economía. En una nueva concepción de la democracia, la oposición exige al Gobierno que actúe con su programa, el del PP, o que se vaya. ¡Inaudito!

El ridículo de Rajoy al pedir a los diputados socialistas que desplacen a Zapatero solo es comparable con su demostración de impotencia al afirmar que si tuviera apoyos para ganar una moción de censura la llevaría a cabo. Alguien le podría haber contestado que si su tío tuviera ruedas, probablemente sería una bicicleta. Ninguna concreción sobre la propuesta económica del PP porque su programa oculto haría saltar los sistemas de entendimiento del pacto social. El PP no propone cosa distinta que la destrucción del Gobierno. Sin duda la situación promueve un enorme desgaste en el Gobierno que espera alguna confirmación de la recuperación económica como bálsamo electoral. Pero el desgaste puede ser reversible, si llega a ocurrir que la indignación sobre los comportamientos del PP vuelve a ser un factor de movilización del centro y la izquierda electoral.

La falta de patriotismo es un ingrediente que se detecta. En este caso se concentra en la contemplación de la posición de CiU --un partido nacionalista dispuesto a apoyar un pacto de estado-- con la del PP. Si la situación es tan catastrófica como la pinta el PP, cada vez se entiende menos que el PP se niegue a colaborar. Y si no lo es, no se entiende que colabore tan eficazmente en destruir la imagen internacional de España. Si Rajoy sigue así no será presidente aunque la gestión del Gobierno se lo ponga en bandeja. El desgaste de la política puede ser reversible y volverse contra Rajoy, pero ya está garantizado que alcanza a los dos grandes partidos.