Escritor

Hacían todo juntas, menos pensar. Pensar cada una pensaba de una manera. Laleh era soñadora, creativa, novelera, y Ladan era tardona, amorosa, con una sensibilidad especial para las matemáticas. Fueron juntas por obligación al colegio y escribían con las cabezas unidas, pero las redacciones eran distintas. Donde una ponía la imaginación la otra ponía el teorema de Pitágoras, pero lejos de estar distanciadas, esta diferenciación las hacía reír constantemente. Sobre todo cuando iban de paseo con las cabezas unidas y las miraban los chicos a la salida de la Universidad de Teherán. No estaban contentas de estar unidas por el cerebro. Lo que les daba rabia es que se querían tanto, que para amar tenían que ponerse de acuerdo, y aunque la sensibilidad de ambas era en este punto extremo, el amante tenía que contentar a las dos, y no todos llegaban a hacerlo dos veces seguidas. Esto era motivo también de grandes risas, que de alguna manera fue el leiv motiv de sus vidas. Se reían por todo: por levantarse juntas, por hacer el pis también al mismo tiempo, primero una y después la otra, por introducirse en esos trajes iraníes que las envolvían como un sudario, y sobre todo, porque sin pensar de la misma manera, todos creían que sí porque era craneópagas.

A la operación no llegaron por estar como hemos dicho descontentas de su craneopatía, sino porque querían demostrar al mundo que todo es posible, y que a veces lo que Dios une el hombre puede desunir. No ha sido posible. Tenían pensado dar una gran fiesta, pero también las apenaba que después de haber estado tan juntas, a lo mejor el estar separadas iba a ser difícil de sobrellevar y no iban a saber cómo vivir con independencia. Nunca olvidaban que gracias a esa unión jamás sintieron miedo de nada y si Laleh temblaba por cualquier cosa, Ladan la fortalecía con sus creencias tan firmes y definitivas.

La ciencia ha fracasado y no ha podido con esta arbitrariedad de los genes. Es decir, que Dios tampoco estaba contento. Lo que pasa, es que sí estaba preocupado, porque conocedor de los entresijos de la mente humana que es, su gran fracaso no está tanto en cómo desjuntar lo unido por unas leyes raras como que, diga lo que diga el Papa, no domina.

Ayer en la tierra hubo un gran fracaso, pero el del cielo ni cantando Elton John fue capaz de sobrellevarlo, y hasta tuvo que esconderse detrás del ojo para que no vieran llorar su fracaso.