QUEDARSE EN CASA

Sigan nuestros consejos

Juanjo Sánchez Requena

El confinamiento es una medida eficaz. Yo no me puedo quedar en casa porque soy enfermero de la sanidad pública. Es mi deber estar en la primera línea para promocionar la salud, prevenir los contagios y cuidar a las personas enfermas. Los profesionales de la salud arriesgamos muchísimo en estos momentos de expansión del virus, por ese motivo les decimos que sean responsables y se queden en sus casas. Todos debemos poner de nuestra parte para protegernos y proteger a nuestros conciudadanos. Déjennos trabajar con seguridad y calidad a médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, celadores, administrativos sanitarios... Aparquen el egoísmo, es momento de solidaridad y empatía. Los profesionales de la sanidad pública estaremos a la altura de las demandas sanitarias y sociales; sin duda sufriremos en este largo camino, pero lo haremos con vocación de servicio y responsabilidad. La Sanidad Pública, con sus expertos profesionales, es uno de los pilares fundamentales del Estado del bienestar. Cuidémosla.

CRISIS SANITARIA

La contingencia y la pandemia

Pedro Feal

Profesor de Filosofía jubilado

El existencialismo puso de relieve el concepto de contingencia en relación con la condición humana. Contingente es aquello que puede ser de otra manera a como de hecho es, incluida la posibilidad de no existir; lo contrario de «necesario», que es lo que no puede dejar de existir ni ser de un modo distinto a como es.

La consciencia de la contingencia supone para el ser humano asumir su condición indeterminada o abierta, a la vez que temporal y finita; pero también la incertidumbre ante un mundo o circunstancia que, como él, es contingente y, por tanto, cambiante e inseguro. Semejante percepción de la limitación e inestabilidad de la existencia produce una angustia que conduce a la mayoría a evadirse mediante todo tipo de recursos y subterfugios para ignorarla o negarla. El principal de ellos es sumirse en la masa y seguir la moda o «modus vivendi» común, despersonalizándose y dejando de pensar por sí mismo. Con ello perdemos autenticidad, pero ganamos aparente seguridad y control.

Sin embargo, las llamadas -por Jaspers-- «situaciones límite» ponen a prueba nuestra capacidad de evasión y nos obligan a encarar la realidad de la contingencia, la finitud y la incertidumbre. A escala individual, estas situaciones se dan, por ejemplo, ante la pérdida de un ser querido; a nivel colectivo, durante una guerra o una catástrofe. La actual pandemia, sin llegar a ser como la peste descrita por Camus en su obra homónima, constituye suficiente quiebra de la normalidad y de nuestra supuesta seguridad como para obligarnos a reconocer la contingencia y la incertidumbre que nos constituyen y rodean. Además de hallarnos asi más cerca de la verdad, el lado positivo es que ser conscientes de nuestra condición nos lleva a ser más humanos, haciéndonos más solidarios con todos los que la comparten con nosotros más allá de las divisiones nacionales, étnicas o ideológicas.

¿Por qué esta primavera?

Pablo Bigeriego Glez-Camino

Badajoz

Dentro de cinco días empieza la primavera. Una primavera sin tráfico para que los gorriones se digan todo lo que no se pudieron decir en otras primaveras, para que los gatos se sientan más gatos y para que los perros se sientan más perros. Una primavera de puertas adentro con lejía. Una primavera para sobrevivirla, sin detenerse en ella, para contemplar y no tocarla. Una primavera cronometrada con mucho tiempo libre pero confinado. Una primavera solidaria, sin besos, sin abrazos. Una primavera de ventanas y balcones con los teatros vacíos y las pantallas en blanco. Una primavera de streaming, sin bebedores sociales. Una primavera con menos humo pero sin el olor a frito de los bares. Una primavera tan hermosa como todas pero más solitaria que ninguna. Cuántas primaveras robadas a la Amazonia y a Australia.