WLwo que era una sospecha fundada se aproxima a la certidumbre: la intervención de Siria y sus títeres en el asesinato del exprimer ministro de otro país, Líbano. El informe de la ONU es muy preciso en sus acusaciones. Las pruebas apuntan en esa dirección. Estas revelaciones pueden producir un seísmo de desenlace imprevisible en el área. Pero es improbable que contribuyan al esperado despertar democrático del mundo árabe, mayoritariamente dominado hasta ahora por la opresión y el totalitarismo.

Con situaciones así, se ratifica la necesidad de una ONU con capacidad operativa y de una justicia global eficaz. Porque la continuidad en el poder de los culpables será una afrenta moral al conjunto de la comunidad internacional. Pero la compleja situación del Líbano y Siria difícilmente permitirá que esto desemboque en un juicio ante un tribunal internacional. Aunque Estados Unidos pida ahora medidas contra el régimen sirio, tampoco ayuda nada a que exista ese tipo de justicia. Dada la actual situación en Irak e Irán, todo acabará previsiblemente en nada. Tendremos otra ración del llamado realismo y las cosas continuarán hasta el próximo incidente de este tipo. Y luego, hasta el siguiente...