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Hace apenas un par de meses que la oposición denunció la subvención concedida a la Fundación Nacional Francisco Franco, y ya las aguas del olvido amenazan con arrasar con el que debió ser un más que necesario debate, porque destinar dineros de todos los que pagamos impuestos en España a una institución de tan dudosa necesidad, además de ser inaceptable es una sinrazón.

Sólo los nostálgicos del franquismo, los que suspiran al recordar el particular encanto del fascismo, es decir los enemigos acérrimos de la España democrática, pueden atribuir algún mérito intelectual a la triste y deleznable figura de Franco. Los 41.000 euros tan generosamente otorgados serán, según los fines de la Fundación Nacional Francisco Franco, destinados a lo que sigue: "Difundir el conocimiento de Franco en sus dimensiones humana, política y militar, así como los logros y realizaciones llevadas a cabo por su régimen político", y "fomentar la investigación histórica, educativa y cultural sobre la España de Franco".

Si a la ministra de Educación y Cultura le parece necesario que la figura del dictador, su reducidísima dimensión humana --porque el problema es que fue un ser humano, como lo son también los terroristas de ETA y por eso es tan complejo el problema vasco--; su dimensión política --porque por desgracia los seres menos dotados intelectualmente suelen encontrar en la política la solución de sus falencias, sólo que no la entienden como el arte de lo posible, sino como el imperio del poder--; su dimensión militar --porque lamentablemente todavía hay quienes ven en los militares una casta al margen de la sociedad civil a la que se deben--; si todo esto le resulta necesario, es mucho más lógico, y acaso coherente con el déficit cero, el incentivar entre los estudiantes la historia de la sociedad civil española, la historia de los empeños democráticos, la historia de las víctimas de aquel que sumió a España en cuatro décadas de tinieblas durante los que "la marca España" fue sinónimo de torturas, fusilamientos, exilios, censura, religiosidad cerril, estupidez e intolerancia. Esos fueron los méritos del franquismo, y conservarlos no amerita ninguna subvención.

Un aporte económico de Educación y Cultura se otorga para fomentar la educación y la cultura. Según la Fundación Nacional Francisco Franco, la herencia cultural del caudillo se encuentra en 29.000 documentos que requieren una ordenación para facilitar su consulta. Esos documentos son parte del prontuario de Franco y pertenecen a los ciudadanos, a los únicos con derecho a juzgar la historia del franquismo, y para hacerlo no precisan de ninguna subvención.

Entre los fines de la fundación que se beneficiará de esos 41.000 euros figura el "desarrollo de actos conmemorativos, entre los que destacan la celebración del 20-N y la constante ofrenda floral en las tumbas de Franco y José Antonio en la Basílica del Valle de los Caídos". Es decir, que se trata de facilitarles la vida a los Tejero, a los Sáenz de Ynestrillas, a los skins que maltratan emigrantes y asesinan mujeres dominicanas.

Y otro fin para esos 41.000 euros: "Emisión de medallas conmemorativas para cada aniversario de la muerte del caudillo con motivos variados, en oro, plata y bronce". ¿Es que piensan hacer unas olimpiadas fascistas? ¿Premiar a los mejores exponentes del "por cojones", a los maltratadores de mujeres, a los que proponen que las viudas cobren pensiones menores que los hombres porque viven más, a los que se meten en las vidas privadas de los guardias civiles negándoles el derecho a su propia sexualidad, a los pateadores de gitanos...?

Ni a un sujeto intelectualmente tan limitado como Silvio Berlusconi se le ha ocurrido subvencionar la memoria de Mussolini en Italia. Tampoco al mayor de los demagogos alemanes, Franz Joseph Strauss, le pasó por la bávara cabeza organizar una romería al lugar donde se suicidó Hitler. Winston Churchill dijo que el político verdaderamente hábil era aquel capaz de reconocer a tiempo sus errores. Sería recomendable que quienes aprobaron esta absurda subvención meditaran al respecto.