TCtuando el señor Ibrahim recorre las carreteras de Europa camino de la Anatolia turca, va dando una curiosa lección sobre la suciedad urbana. La película El señor Ibrahim y las flores el Corán nos está dando una lección sobre las actitudes de los ciudadanos en el cuidado del medio urbano.

Al pasar por Suiza admira su limpieza, y hace un gesto explícito de su riqueza con los dedos; en Grecia cambia el tratamiento del medio, y habla de sus dificultades económicas; cuando llega a Turquía, se acentúa la degradación: ¡es un país tan pobre! He podido ver en esos países lo que en la película se comenta. Es raro ver un papel tirado en las calles suizas. En Grecia, como en España mismo, no hay que esforzarse para toparse con estas marcas de incivismo. Y Turquía parece que se empeña en ganar el triste récord negativo. .

¿Es fatalistamente obligatorio que se unan las dificultades económicas personales y familiares con el tipo de comportamiento cívico para con el medio ambiente? ¿No es la educación, el refuerzo de las actitudes positivas, la conciencia cívica que ha de conformar la vida en democracia y libertad responsable, suficiente para cambiar esta leyenda negra?

Somos los países mediterráneos dados a unas actitudes menos sensibles que los del resto de Europa con respecto a nuestro medio social. Pero no hemos de resignarnos a seguir reescribiendo la fatal leyenda. Nuestro acceso a la cultura sube enteros en el listón de nuestra educación espontánea y reglada. Hemos de esforzarnos, jóvenes y mayores, por romper con los tópicos que tanto nos perjudican. Y que tanto perjudican al entorno.

*Historiador y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz