El análisis que hacemos en ´Afilalápiz´, el grupo de discusión, reflexión y propuesta sobre la última etapa de las organizaciones sindicales y más concretamente de su funcionamiento, es una constatación de las múltiples tensiones que soportan, sobre todo algunos de ellos.

Como los componentes de este grupo somos maestros y profesores de Primaria y Secundaria, la mayoría con larga trayectoria educativa, hablamos desde el conocimiento teórico y la experiencia profesional y reciente de la educación en este país y sus organizaciones sindicales de trabajadores de la enseñanza.

Cuando hoy mismo se van a celebrar elecciones sindicales en esta rama, es interesante reflexionar sobre el papel de las organizaciones sindicales y sus tensiones en la sociedad del siglo XXI.

Partimos de la base de que, hoy, los sindicatos son imprescindibles en tanto no haya otras organizaciones capaces de sustituirlos en la negociación, representación, propuesta, movilización y protesta. Y no las hay. Por tanto, la idea de desacreditar estas organizaciones y presentarlas como algo trasnochado no pasa de ser una idea interesada y que perjudica a los trabajadores, dejándolos indefensos.

En el caso de los sindicatos de clase hay que mantener su contenido sociopolítico y la intención transformadora que los anima desde sus estatutos, así como los valores en que se fundamentan: solidaridad, igualdad, participación, humanidad,-

XCREEMOS QUEx las clases continúan vigentes. Los trabajadores seguimos siendo la inmensa mayoría de la población, aunque, gracias en buena parte a las organizaciones sindicales y a la lucha obrera, las condiciones de trabajo hayan mejorado y la sociedad no sea tan desigual e injusta. La enseñanza, concretamente, es más igualitaria que nunca, con todas sus carencias y defectos.

La representación sindical es una de las tensiones que hoy sufren los sindicatos. Por una parte se les acusa de no tener suficiente afiliación y por tanto no representar. Lo mismo se podría decir de los partidos políticos y nadie los cuestiona. Una cosa es la afiliación sindical que tendría que ser masiva, es cierto, y otra la participación electoral que debería ser, también, muy numerosa. Como consecuencia, las organizaciones buscan afiliación y representación a costa de ceder en sus convicciones y principios estatutarios.

Una segunda tensión en los sindicatos de clase es la participación de sus afiliados y de otros trabajadores, condición imprescindible para ser lo que son. Sus organizaciones son democráticas como consta en los estatutos, pero no se promueve eficazmente la participación o no se tiene el suficiente interés en que se dé. La necesidad de controlar la organización les lleva, a menudo, a controlar los procesos electorales internos.

La tercera tensión es la que sufren las direcciones sindicales, cuyas atribuciones resultan excesivas en la práctica y son bastante verticales en su funcionamiento. Por otra parte estas direcciones son necesarias debido al tamaño y complejidad de las organizaciones actuales y de sus tareas.

Y esto nos lleva a la cuarta. La tensión entre la necesidad de asumir acciones como la formación de los trabajadores, lo que exige personal cualificado permanente o puntualmente, control económico y organizativo de todo ello, burocracia,- y la necesidad de la acción sindical directa, participativa y democrática.

Esto plantea una quinta tensión: cómo compaginar lo que en esencia es la acción sindical, reivindicativa y con un contenido sociopolítico claro, sin perder la afiliación necesaria para la representación y negociación, en una sociedad que tiende al neoliberalismo y que mayoritariamente no quiere encuadrarse en su condición trabajadora.

Existen en la enseñanza, también, organizaciones sindicales corporativas y de sector que sólo se dirigen a los trabajadores de esta rama. No por ello carecen de intencionalidad política. Realmente nosotros creemos que, sin quitarles su derecho a los trabajadores a estar representados por quienes crean oportuno, más bien podrían estar encuadradas en otro tipo de organizaciones por su carácter fundamentalmente asesor y litigiador en cuestiones administrativas y personales, con la excepción de alguna que tiene una visión más global de la educación. Y aquí llegaríamos a la siguiente tensión: por una parte los sindicatos han de resolver los problemas y dificultades personales de los trabajadores y por otra no pueden ser sólo gestores de ellos.

Creemos que estas tensiones han de resolverse a favor de la democratización real de las organizaciones sindicales, de la participación promovida insistentemente entre la afiliación y los trabajadores no afiliados de, y en, los centros de trabajo, el contacto directo y continuo con los trabajadores, la propuesta siempre progresista y defensora de los valores solidarios que animaron su creación, la autocrítica, la movilización desde las bases cuando sea necesario, la solidaridad con los compañeros de otras ramas y sectores,-

Las tensiones de las que tendrán que liberarse son la del temor a mantener sus postulados y defenderlos con claridad y valentía, la del temor a perder fondos o poder de los cuadros sindicales,-

Los trabajadores, las bases como conjunto, deben ser las detentadoras y hacedoras del poder sindical. En concreto, nuestros sindicatos de enseñanza deberán retomar su compromiso con la escuela pública para no perder su capacidad movilizadora y transformadora y para ser útiles a los trabajadores.

*En representación del Grupo Afilalápiz