Con la Navidad por el medio, el Rey y el presidente del Gobierno comparecieron ante la ciudadanía para que no decaiga la fiesta de la autoestima. Ha sido el común objetivo de sus respectivas intervenciones en formato muy distinto. Entre la una y la otra sorprende la escasa distancia marcada por Moncloa en el calendario. Ni siquiera cuarenta y ocho horas, lo cual ha hecho aparecer a don Juan Carlos como un telonero de lujo para Zapatero .

Lo del Monarca, con el eco neutro y catedralicio de quien habla desde el pedestal. Para todos y para ninguno, de modo que los distintos dirigentes políticos puedan luego arrimar el ascua a su sardina. Así fue siempre y así ha vuelto a ser, con diferentes interpretaciones --todas interesadas, claro-- para los mismos enunciados. Este año el protagonismo se lo ganó la frase referida al necesario esfuerzo conjunto a la hora de tirar del carro para salir de la crisis económica.

Cualquiera o ninguno han podido darse por aludidos. Dicho sea de paso mirando hacia las otras frases también destacadas en las referencias informativas. Como las apelaciones a la concordia, la tolerancia, el respeto mutuo y los planteamientos integradores. O la necesidad de volver tan pronto como sea posible a la senda del crecimiento económico y la creación de empleo ¿Qué líder no va a sentirse identificado con ese tipo de formulaciones, hasta el punto de atribuirse el copyright?

Lo del presidente del Gobierno es otra cosa. En su particular informe sobre el estado de la Nación, en formato rueda de Prensa, a falta del clásico debate anual --no lo hubo en 2008--, Zapatero glosó los asuntos de mayor cuantía que figuraron en el Mensaje navideño del Rey, y otros de menor cuantía con cargo a preguntas de los informadores que se acercaron al Palacio de la Moncloa.

En este caso todo es discutido y discutible. Es la servidumbre del político, aún en el papel de gobernante. Las valoraciones están en las sedes de los partidos políticos y en los medios de comunicación. Hay para todos los gustos, pero prevalece el escepticismo. Sobre todo en lo tocante a la lucha contra la crisis y el desenlace de la misma Zapatero volvió a despachar cantidades industriales de optimismo en base a las medidas que ha venido tomando el Gobierno. Los resultados, en términos de actividad y creación de empleo, según el presidente, empezarán a verse en la segunda mitad del año entrante.

Sonó bien su mensaje central de apoyo a las capas más débiles y desprotegidas, al hilo de las medidas sociales: subida del salario mínimo y de las pensiones más bajas. Con dos propuestas políticas de calado. La primera, que estas y otras medidas de carácter social no son tanto un epígrafe de gasto público en los Presupuestos sino un resorte más de lucha contra la crisis. La segunda, que, además, son marca de la casa. Es decir, forman parte del proyecto socialista, precisamente ese y no otro. De eso se trata en democracia. Ya saben ustedes: vean, comparen, elijan, y si encuentran uno mejor, vótenlo.