LOS DOCUMENTALES

Degradación televisiva

Pedro Serrano Martínez

Valladolid

Ultimamente, apenas veo televisión. Y es que se ha deteriorado tanto la calidad de la oferta televisiva que, de la televisión, lo que más me interesa son los anuncios y su diseño como objeto. Salvo honrosas excepciones, la mayoría de los programas televisivos son patéticos, es decir, una eme .

Una de esas dignas excepciones que aún me sigue gustando, desde que el Partido Popular ideologizó y puso a su servicio Televisión Española, son los documentales de La 2. Me gustan mucho los documentales sobre lo que aún nos queda de naturaleza en general, pero me fascinan especialmente los que tratan de animales salvajes.

Y es que he llegado a la conclusión de que ya me interesa más el comportamiento animal que el de las personas. Ellos, al menos, no te decepcionan. Su comportamiento está, más o menos, programado y sabes a que atenerte, pero con las personas nunca sabes hasta dónde puede llegar su estupidez o su maldad.

ATROPELLO

La libertad de expresión

Martín Sagrera Capdevila

Madrid

El mundo avanza, pero quizá no mucho. Antes se mataba al que enseñaba a leer a un esclavo. Hoy, al que pide libros de texto a precio asequible "sólo" lo maltrata la policía ante el Ministerio de Educación.

Estos son los hechos: Informado a última hora que se presentaban el 11 de septiembre unas firmas con ese objetivo en el Ministerio de Educación y, como profesor jubilado, muy consciente de la importancia del tema, me presenté a su puerta por un papel que decía sólo: "¡Libros de texto, a precio asequible! 265.000 firmas", que copia literalmente su demanda, uniéndome al grupo que las llevaba.

De inmediato, un agente de la Policía Nacional me dijo que yo no tenía permiso para estar allí y cuando le mostré el papel, mera descripción del acto, me lo arrebató, me llevó a un lado, me exigió mi documentación y después me echó del lugar. Como ciudadano, llevo muchos años asistiendo a manifestaciones, pero jamás se había pisoteado de modo tan directo mi libertad de expresión. ¿Será que, perdida la Olimpiadas y otras cosas, el Gobierno ha decidido mostrar su careta más autoritaria?

Esa conducta despótica no sería posible sin la complicidad activa o pasiva de una gran mayoría social.

Lo demostró allí mismo el que los portadores de esas firmas reaccionaran contra ese atropello, ni entonces, ni después --estuve hasta que se fueron apoyándoles con el papel recobrado, desde la acera de enfrente--, como hubiera hecho cualquier demócrata, aunque no hubiera estado de acuerdo con el apoyo que pretendía darles.

Su protesta parece pues limitarse a que no pueden o no quieren gastar tanto dinero con sus hijos, sin importarle el que esos textos apoyen o no los derechos humanos, el respeto al prójimo.