SIN SALAS

Corazón del cine

María Francisca Ruano

Cáceres

Queridísimo cine, cualquier día iré a verte y te habrás ido. Con otras. Como otras salas cinematográficas que, este verano ya lanceado y exhausto, he contemplado en Madrid: verjas, candados, taquillas y persianas echadas, carteles grandes para cerrar salas pequeñas. Si la infancia es la patria de cada uno, la juventud madrileña fue, también, las películas de sesión continua, cinerama, cine clubs, arte y ensayo, de autor y estrenos y reestrenos. Manitas, bocadillos caseros, y las filas de delante o las de atrás. Después, los cines de provincia, y tras los provincianos cines los cines en casi cada provincia van lentamente perdiendo y perdiendo espectadores de obras maestras --y, cómo no, obras menores-- de excepcionales bandas de música y magníficos guiones, de personalidades artísticas que siempre lograron transmitir el talento y la emoción. Y, sin las emociones, qué es lo que queda. A fin del siglo XIX surgió en París la primera programación pública de pago. No tiene precio, si pudiera decirse así, el arte cinematográfico bien escrito, concebido, realizado y expuesto. Y se está yendo, se está marchando... pero, no todo es indiferencia, indolencia ni impasibilidad para los corazones cultivados por el cine.

LOS DERECHOS

La cuestión catalana

Mario López Rovira

Alía

Escuchar al señor Rubalcaba no deja indiferente a nadie. Desde echar la culpa al señor Rajoy de la situación catalana, un presidente que aboga por la unidad de España y ha negado por ilegal la celebración de una consulta para dirimir el tema, hasta de que se niega la asistencia médica a los españoles. Esto se deduce de la balbuceante entrevista concedida a una emisora de radio en la que los contertulios se las veían y deseaban para entender lo que quería hacer él con el problema. ¿Qué problema? En todo caso, es un problema artificial creado por los que quieren largarse de España. El señor Rubalcaba nos ofrece la solución: El federalismo. ¡Dios nos asista! Espero que sepa exactamente lo que dice, porque si piensa que los nacionalistas se van a conformar con el federalismo va listo. Ellos siempre querrán más y más. Aunque la señora Esperanza Aguirre no le anda a la zaga con aquello de que hay que "catalanizar España", ya lo hemos hecho porque ya no es Lérida, es Lleida, ya no es Gerona, es Girona. Eso es lo que leemos en cualquier mapa de España, en cualquier lugar de España. Para los nacionalistas es poco menos que un insulto el castellano, pero los no catalanohablantes hemos de amoldarnos a sus caprichos. ¿Hasta cuándo hemos de seguir bajándonos los pantalones? Si piensa Rubalcaba, y pensamos todos, que si se celebra la consulta y el resultado fuera que la mayoría de los catalanes quieren seguir perteneciendo a España, los nacionalistas iban a dejar de lado la cuestión, va listo él y vamos listos todos.