MANDELA

No me gustaría

Patxi Aznar Bellido

Andoain

Decir algo sobre Mandela me parece que es perder el tiempo, pues alguien que no dudó en pasarse tantos años en prisión por defender sus ideas, lo deja todo dicho.

No obstante, sí deseo hacer una pequeña reflexión sobre las alabanzas que diversos líderes están haciendo sobre la figura de Nelson Mandela. Pues bien, si yo fuera Mandela no me gustaría que una persona como Barack Obama, partícipe de primera línea en la guerra de Afganistán y quien, entre otras cosas, manda aviones teledirigidos para matar a sus enemigos, estén en el país que estén, hable bien de mí.

Tampoco quisiera que el presidente del Estado español, señor Mariano Rajoy, que todavía no sabe si las concertinas (cuchillas puestas en la valla de la frontera de Melilla y Ceuta) cortan o no cortan, haga lo propio. De cualquier forma y para salir de dudas en este asunto, solo tiene que preguntárselo al señor Alfredo Pérez Rubalcaba, quien desgraciadamente lo sabe por propia experiencia, ya que por no retirar las concertinas altas de Ceuta, en el año 2009, ocurrió un desagradable suceso que prefiero no recordar, por no herir la sensibilidad de los lectores.

MAL PERIODISMO

Prensa agitadora

Jordi Picazo

Mataró

El pasado domingo, 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, Carlos E. Cué juega a agitar la opinión púbica con su artículo que el diario El País publica en su portada digital. Pone en el solo cesto de un mismo titular (Mariano Rajoy endurece su programa para afianzar el voto más conservador) la nueva ley de seguridad y la ley del aborto, actuando así de sicario para los intereses económicos oscuros de sectores que comercializan el aborto a costa de las vidas de las víctimas --seres humanos en estado embrionario-- y el menosprecio de la estabilidad emocional de las madres que se ven abocadas a tan tremendo drama.

Primero, suma el autor de este artículo peras y manzanas al equiparar una ley que limita libertades de expresión y otra que limita el supuesto derecho de las madres de arrebatar la vida de sus hijos en el vientre materno. Y luego, etiqueta de derechas a los que votan estas leyes como si la defensa de la vida fuera una prioridad de derechas.

Segundo, está diciendo que los de izquierdas prefieren la libertad de matar y prescinden de principios personales como la defensa de la vida humana desde sus primeros estadios. Consecuencia, una confusión total que parece que hace disfrutar al autor de este esperpento carente de toda lógica. Además, todo lo anterior lo hace en un artículo que no se recoge en la sección de Opinión, sino en la de política, rompiendo el libro de estilo de un buen periodista, que consiste en ofrecer sus ojos a los que no ven la noticia, en informar con neutralidad. Mal periodismo también, que hace un mal servicio a la sociedad.