THtoy, felizmente, no es necesario acudir al refranero popular para predecir el tiempo que vayamos a tener durante los próximos meses estivales; como les ocurría a nuestros abuelos y antecesores para prever el éxito de sus cosechas o la seguridad de sus ganados. Ellos no tenían más remedio que aprender de memoria e interpretar aquellos axiomas o sentencias expresados en pocas palabras --incluso en atropellados versos-- para adivinar de antemano los posibles desmanes de la naturaleza cuando llegaran las faenas del campo.

"Año de nieves, año de bienes" --se consolaban ante los duros inviernos--; "Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso"; recitaba mi abuelita cuando la gente se quejaba de las ventoleras primaverales. Incluso, los que sabían leer, se empapaban del "Calendario Zaragozano" para conocer con seguridad el tiempo a lo largo de todo el año; pues se consideraba que la interpretación que éste hacía de las populares "cabañuelas" era suficiente garantía como para tomarlas como profecías meteorológicas incontestables.

Los breves programas de "Previsión Meteorológica" que actualmente nos proporcionan las distintas cadenas televisivas --como los que iniciara el entrañable Mariano Medina , en aquella primitiva TVE, después de la "carta de ajuste"-- siguen siendo predicciones algo aventuradas y dudosas; especialmente en lo que se refiere al tiempo veraniego --a las siempre amenazantes tormentas de verano--; pues, de una forma o de otra --por la cosecha o por el turismo-- esta estación estival continúa siendo la más productiva e importante del año para obtener beneficios y crear puestos de trabajo. Pero su mayor o menor productividad dependerá de su estabilidad meteorológica, de su generosa insolación y de las altas temperaturas que reparta por playas y colmados.

¡Cuantas veces han fallado las previsiones sobre el tiempo veraniego; y lo que se anunciaba como una excelente cosecha o una alta saturación playera, quedaba reducido y frustrado a cuenta de unos inoportunos nubarrones que nadie previó a tiempo en el horizonte agrícola u hostelero!

XFRECUENTEMENTEx me inclino a pensar que los actuales nubarrones de la economía española de nuestros días, se deben a fallos continuos y repetidos en las previsiones que los responsables políticos y económicos hicieron --o debieron hacer-- sobre las tormentas de verano que se cernían encima de toda Europa. Varios jefes del Gobierno del pasado y del presente, junto a sus ministros y asesores, se pasaron los años pronosticando bonanzas, brotes verdes, superación de baches y recaídas; con la pronta terminación de los vientos y tornados económicos que azotaban a las empresas y familias españolas --posiblemente apoyándose en las "cabañuelas" que se elaboraban en Bruselas o en el "Calendario Zaragozano" que había redactado la primera ministra alemana, con métodos y previsiones muy poco ortodoxos-- para terminar justificando con razones exotéricas los fracasos de su predicción y la vuelta a los tiempos oscuros.

En este verano se han repetido las mismas secuencias: el mismísimo presidente del Gobierno o alguno de sus ministros de Economía, de Hacienda, de Trabajo, de Fomento y hasta el de Asuntos Exteriores, se han colocado sonrientes y satisfechos ante las cámaras de TVE para anunciar, de manera ineluctable, el fin de las penalidades económicas y el brillo reverberante de la luz que aparece "al final del túnel", que debe ser el final del verano.

Esto es, sin duda, una campaña programada, diseñada y llevada a cabo para evitar que los ciudadanos corrientes acaben perdiendo las esperanzas y las expectativas de futuro, al menos durante el período estival.

Ya nadie confía en los "brotes verdes" de otoño. Son demasiados desengaños como para confiar en las previsiones infundadas de unos meteorólogos económicos a los que siempre se les cuelan las "tormentas de verano" que acaban encharcando --cuando no arroyando en tromba-- las esperanzas de los más confiados.

Confiemos en octubre; y esperemos que, al menos este año, no se desaten las temidas tormentas veraniegas.