XAxcaba de cumplirse el sesenta y nueve aniversario de la sublevación militar en Africa que originó la cruel guerra civil de 1936/1939, dando lugar a una penosa y larga dictadura. Las obras escritas, tanto de la guerra civil en si, como de la dictadura franquista, son innumerables, y aun a pesar del tiempo transcurrido todavía no es historia, pero al menos sí ha pasado el tiempo suficiente para sacar algunas enseñanzas, que salvando las distancias, que afortunadamente son muchas, pudieran sernos de utilidad en la coyuntura política actual.

El fallo del instrumento de convivencia, el sistema democrático, que podía y debía irse perfeccionando, creó el caldo de cultivo para propiciar el radicalismo político. Las dos Españas, que en poética expresión de Antonio Machado , helarían el corazón a cada españolito que naciera, se estaba robusteciendo, nuestro reloj de la historia un tanto atrasado favorecía el no entendimiento, y el choque acabó consumándose en una cruel y trágica guerra civil. No se trata de juzgar a una generación, que le tocó vivir un marco social y geopolítico insuperablemente adverso, pero sí el de reflexionar sobre el trágico fin a donde conduce la ruptura de la sociedad en dos bloques antagónicos, que se niegan mutuamente cualquier virtud y por el contrario se acusan de toda clase de defectos.

Creo que los españoles aprendimos la lección, y tanto la transición como nuestra actual Constitución son un buen exponente de ello, y sería bueno que esto no se olvidase. En la guerra civil del treinta y seis, una sociedad radicalmente dividida, es incapaz de solucionar, los dos grandes problemas a los que se enfrentaba, la grave crisis social por un lado y el de la estructura territorial del Estado por otro. El primero ha sido básicamente resuelto: los avances tecnológicos, nuestro propio esfuerzo, la ubicación geográfica de España, la movilidad actual de las inversiones, nuestro éxito como país que es capaz de satisfacer una cualificada gama de servicios, el crecimiento rápido de la mejora del capital humano y una amplia lista de circunstancias y razones, que nos han permitido colocarnos entre las diez economías más desarrolladas del mundo.

Sin embargo el problema territorial sigue coleando, y no será porque la Constitución no lo abordase con tacto y sabiduría, sino por la propia naturaleza del problema, que se convierte en Problema con mayúsculas cuando los nacionalistas adquieren una capacidad política de influencia, produciendo, como así ha sucedido y sucede, un deslizamiento paulatino y progresivo hacia el soberanismo territorial, y esto ha ocurrido tanto con gobiernos de derechas como de izquierdas. Pero a partir de ciertos límites, en los que ya estamos, la sociedad intuye el desenlace y se polariza rápidamente en dos bloques de conciliación imposible, que favorecen el éxito de las minorías nacionalistas. Por esto la urgencia mayor es la de restaurar el consenso en esta cuestión entre los dos grandes partidos que aseguran la unidad territorial, PP y PSOE. Y es el congreso el lugar idóneo para materializar esta alianza histórica, cercenando definitivamente una aspiración imposible, que lo es por ser totalmente minoritaria. Tranquiliza mucho a este respecto, que sea Alfonso Guerra el presidente de la comisión de Constitucional, pena que en el PP falte un Abril Martorell , como a pesar de los temores que suscita en algunos, me tranquiliza Rodríguez Zapatero , que sabrá decir no cuando finalmente haya que decir que no, y pena también por otro lado, que una parte muy significativa del nacionalismo democrático, maximalice sus exigencias competenciales hasta un punto en el que el Estado se desdibuja, perdiendo los elementos esenciales que le caracterizan. Salvo una minoría, probablemente alta, en el País Vasco, y una mucho más reducida en Cataluña, no existe un clima de secesionismo entre la ciudadanía de ninguna comunidad española, incluyendo Euskadi y Cataluña. Pero si artificialmente se anima el separatismo por los partidos nacionalistas, sea directa o indirectamente, y el Estado a fuerza de concesiones paulatinas se va debilitando progresivamente, la situación puede llegar a ser muy seria.

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA