Hace tiempo que en los países de la zona euro --sobre todo los del sur, por razones obvias-- una parte de la población cada vez más numerosa rechaza la forma de gestionar la crisis, resumida en la palabra austericidio. Una fórmula que se reduce a que un ente sobre el cual la población no ejerce ningún control (la troika, o sea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) dispone una política de austeridad que los gobiernos imponen sin tener en cuenta las críticas ni los efectos nocivos sobre el crecimiento, la igualdad y la cohesión. Las manifestaciones, concentraciones y actos de protesta de ayer en decenas de ciudades europeas (entre ellas, Cáceres y Mérida) fueron una expresión (otra más) del malestar que recorre Europa personaficado en ese ente que nadie ha elegido.

En la región, unos 300 extremeños participaron en las dos manifestaciones convocadas por la plataforma Marea Ciudadana en Cáceres y Mérida. Recorrieron las calles del centro de las dos ciudades "contra los recortes y por una verdadera democracia ", según explicó Sara Marchena , portavoz del colectivo cacereño, portando pancartas con lemas como 'Por una salida anticapitalista a la crisis' o 'Monago , sí se puede'.

"Las brutales e inhumanas políticas de ajuste impuestas por la odiosa Troika con la ayuda de los gobiernos cómplices están causando en Europa la mayor crisis de la democracia de las últimas décadas. Millones de personas estamos siendo condenadas al paro, la pobreza e incluso a la muerte por una deuda ilegítima e impagable, que en su mayor parte es privada; de bancos, grandes empresas y entidades financieras", reza el manifiesto que suscribieron.

A ojos de los manifestantes, la troika simboliza no solo "la pérdida de derechos básicos, el empobrecimiento generalizado y el aumento de la desigualdad social en toda Europa", como reza el manifiesto de la protesta, sino también un profundo déficit democrático. No es que las instituciones de la UE fueran sobradas de democracia antes de la crisis, pero la infausta figura de los hombres de negro enviados por Bruselas para dictar la política económica de países como Grecia, Portugal y España tiene una preocupante consecuencia política (que se une a los graves efectos económicos): el alejamiento de la calle de las instituciones, vistas como meras ejecutoras del diktat de la troika.