Escritor

En Las Vaguadas de Badajoz, donde vivo, según leo en el diario local, "están mal metidas", y uno inmediatamente se pregunta quién las metería que las metió mal. Desde que tengo uso de razón, Badajoz es una ciudad con las tuberías mal metidas, ¿por qué? Sería interesante que Alonso de la Torre investigara ese extremo con Gutiérrez Casalá, que por cierto ha dicho de los políticos que "se convierten en mentirosos, en hipócritas, casi en unos delincuentes". Joder, y los que fusilaban con ametralladora, santos... ¿Por quién lo dirá? ¿Por todos en su conjunto? Evidentemente, si es por las tuberías, están mal metidas. Me consta que el Ayuntamiento de Badajoz tiene a Bonilla, que ha llegado a meterse dentro de ellas para dar un informe, aunque en Badajoz te metes en una tubería y sales por Ayamonte...

Porque otra cosa que está "mal metido" es el edificio de Biblioteconomía, según los Amigos de Badajoz, que consultó con el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, o sea un peligro, porque este tribunal le encanta dar la nota. Menos mal que Manzano dice que está dispuesto a "llegar a un acuerdo". Manzano es un poco como Sadam, que aparece siempre para fastidiar. Su amor imposible por Badajoz es algo que nunca termina en copulación, y claro, se recalienta. No es por nada, pero este periódico con Badajoz tiene un chollo de noticias. Bombardearán los americanos el edificio de Biblioteconomía o iremos todos al médico para que nos quite la depresión, como hizo en su día Gutiérrez Casalá. Por cierto, una buena noticia es que mientras el obispo miraba para otro lado, Ildefonso Sánchez Redondo intentó parar las matanzas, y se lo dijeron por pasiva: "Mira, Ildefonso, si te pones pesado te fusilamos". Y entonces a Ildefonso lo hicieron alcalde y sacó un bando contra los novios y recomendando ir por la calle por la derecha, que mi tía me lo recordaba todos los días:

--Tú, hijo mío, por la derecha.

Y puestos con este periódico, que no tenía desperdicio el domingo, Elías Zafra es partidario de que el comunismo tiene que empezar de cero, o sea, lo que dice Fernando Delgado: "Eramos pocos y parió la abuela".